Hacía tiempo que no me reía así, con esa risa floja que te hace brotar lágrimas y que no te deja ni acabar de decir lo que intentas. Casi siempre que me río así estoy con Anais. Antes -cuando vivíamos las dos solas- era mucho más frecuente. Y no es que ahora no esté bien, pero la despreocupación de aquellos años, a pesar de los problemas -y llegaron a ser muchos y graves- parece que se ha perdido.
Y fue hablando de mi padre. Anais y H., su pareja, vinieron un ratito el sábado por la tarde; ella estaba agotada de la semana de trabajo, de tardes y echando casi una hora de más cada día, así que al llegar a la que siempre será SU CASA, se duchó con agua bien calentita, se puso mi albornoz y nos tiramos en el sofá, como en los viejos tiempos.
Primero recordamos un chiste viejo, más gracioso para nosotras precisamente por conocido. Y luego, no recuerdo por qué, empezamos a hablar de Vega. A mi padre ella no le decía "abuelo", sino Vega, desde siempre, y cuando hablo con ella de él, yo también le llamo así.
Empezamos por las equivocaciones que el pobre cometía por nuestra culpa: como hablamos, quizá, demasiado deprisa entre nosotras, él se liaba y luego nos reíamos los tres de aquellos errores. Cuando a nosotras nos dio la locura de ver capítulos y más capítulos de Ally McBeal, Vega no llegaba a entender del todo nuestras palabras, y un día, un poco cabreado y muy intrigado, nos soltó:
-Niña, yo no sé cómo os puede gustar tanto una cosa con un título tan desagradable, de animales viles.
¡Creía que "Ally McBeal" era "Animal Vil"! Claro, se lo explicamos y tuvimos cachondeo para rato.
O cuando nos cruzábamos en la calle con un muchacho -bueno, mayorcito ya, de mi edad- y le saludábamos. Vega nos preguntaba:
-¿Quién es?
Y nosotras, a la vez:
-El padre "e" Damián.
Hasta que un día me dijo:
-Niña, y ese muchacho ¿es todavía cura o es que lo ha dejado?
-¿Quién?
-¡Ése: el padre Damián! Porque yo he estado por pedirle que me confiese, pero por si lo ha dejado... -mi padre, como anarquista recalcitrante, se reía bastante de esas cosas, aunque siempre sin maldad.
-¡Papá, que es el padre de Damián, del amigo de la niña! -conseguí aclarar entre risas, porque todo nos hacía reír cuando estábamos juntas.
Así contado... ya sé, no tiene gracia, sólo son anécdotas. Pero nosotras, ayer, recordándolo, ya íbamos riendo más y más. Hasta que llegamos al queso. El queso ya fue lo que nos dejó flojas y con las lágrimas de la risa corriendo por nuestras mejillas.
Mi padre, con los años, había ido perdiendo peso a pesar de que no estaba enfermo, ni siquiera anémico. Se quedó en 48 kilos, y últimamente iba encorvadito porque no veía bien y no quería usar bastón, así que bajaba la cabeza para ver mejor el suelo. Tuvo que caerse varias veces -gracias a Dios, no se rompía nada, pero se hería- para consentir en usarlo, y siempre que podía lo dejaba olvidado en cualquier sitio. Lo curioso es que, cuando estaba fuerte y erguido, tenía varios bastones de diferentes modelos y le encantaba llevarlos siempre, pero cuando le hicieron verdadera falta ya no los quería ni ver.
Pues, como estaba tan delgado, una de mis primas, médico (tengo un montón de primos médicos, enfermeros, matronas... les dio por ahí) me aconsejó que le diera queso a diario, para que tomara muchas calorías en poca cantidad. Así que yo se lo compraba y me encargaba de cortárselo, al peso, tantos gramos en cada comida, tres veces al día... Se lo envolvía por separado y se lo ponía en la nevera.
Algunas veces, me comentaba:
-Hoy me he comido todo el queso a media mañana, porque me cansa eso de tener que comerlo por obligación con cada comida.
-Bueno, papi, el caso es que te comas la ración diaria, tú distribúyelo como prefieras -le decía yo.
Hasta que una tarde llegó, contento pero a la vez cabreado:
-Mira, niña -siempre me decía "niña"-, aquí tienes el papel de la farmacia, ya me he pesado.
-A ver... ¡qué bien, papi, has engordado más de un kilo en una semana!
-Ya lo sé, niña, pero, mira, te voy a decir una cosa: ¡yo no puedo comer tanto queso!
-Pero ¡si no es tanto! ¡Ojalá lo pudiera comer yo, con lo que me gusta! -soy un ratón, pero el queso engorda mucho así que casi no lo como más que en Nochebuena.
-¿Que no es tanto? ¡Pero si hasta me dolía la boca de masticar!
-Pero, papá, ¿cuánto queso te has comido?
-Pues ¡el del día! ¡El que me dejaste ayer en la nevera!
¡Y "ayer" le había dejado preparado el queso para toda la semana! ¡Se había comido casi un kilo de queso, el muy salvaje, y sólo "se le había cansado la boca"! ¡Ni siquiera le molestó el estómago!
¿Comprendéis por qué nos reíamos tanto Anais y yo?
Sí, la anécdota de "el queso de Vega" quedó para la posteridad. Inolvidable. Veo un queso, y lo recuerdo. Como en Semana Santa, cuando hago torrijas (me gusta hacerlas como una tradición, aunque apenas si me como un par de ellas, siempre por lo de que si engordan, blablablá..., pero es que me parece muy bonito tener tradiciones familiares), siempre me río recordando cuando se comió toda la cacerola de torrijas en la noche del Jueves Santo, en cuanto se quedó solo. O cuando escondía mantecados en todos los bolsillos, porque yo no quería que se diera un atracón y se pusiera malo. Era un hombre maravilloso, era el Poeta de la Paz, pero también era una persona real, divertida, cabezona, bromista, ¡adorable!, y siempre vivirá en nuestro recuerdo y reiremos al recordarlo y así sentimos como si aún estuviera entre nosotros...
El sábado pasamos, con Vega, una tarde magnífica...
Precioso niña, un recuerdo entrañable pero entre risas complices y repletas de mucho amor.
ResponderEliminarSon anecdotas muy graciosas y a la vez muy reales cuando nos fijamos en como los demás interpretan el mundo a su manera.
No porque la nuestra sea la correcta, sino porque es la que nos resulta mas familiar.
Con todos mis respetos un beso muy grande para vuestro Vega que tan buenos ratos os hizo pasar.
Mil gracias, Neuriwoman, por comprender lo que se siente cuando se recuerda entre esas risas a una persona muy querida y que ya falta. Sería terrible no poder hablar de él ni recordarlo juntas; yo no tengo hermanos, hubiera estado terriblemente sola cuando él se puso enfermo de no haber sido por mi niña, que siempre ha estado ahí para mí, aunque entonces sólo tenía dieciséis años y era más edad de tonteos que de estar con su madre y su abuelo en el hospital. Ahora nos sentimos unidas como soldados que han luchado juntos en muchas batallas, da igual si han salido vencidos o victoriosos.
ResponderEliminarMil besitos, guapa, feliz semana.
Jana cielo, la verdad es que cuando leía el texto no podía hacer por menos que reírme en ocasiones y emocionarme con el amor que expresas sobre esos preciosos momentos y recuerdos de tu vida con tu padre. Se echa mucho en falta cuando te falta alguno, y todos las cosas vividas quedan siempre en el corazón.
ResponderEliminarGracias por la preciosa entrada cielo.
Un fuerte abrazo y que tengas una excelente semana
Mari Carmen, ¿verdad que a veces no puedes evitar pasarte el día recordando esas cosillas que son tu tesoro de recuerdos? Y recordar es casi igual que revivir... te hace sentir tan cerca...
ResponderEliminarFue una tarde genial y todo el día de hoy lo estoy viviendo aún con ese recuerdo dulce en el alma.
Mil besos para ti, preciosa.
Esos momentos de recordar los buenos ratos pasados ayudan a estar aún más unidos.
ResponderEliminarBesotes y buen domingo
los buenos recuerdos hacen disfrutar al maximo
ResponderEliminarLa verdad es que cuando algún día puede reír hasta que te haga saltar lágrimas,es la mejor de las formas para sacar todo las tensiones que tenemos dentro y si no lo pudiéramos sacar ninguna vez un día nos derrumbaríamos.
ResponderEliminarY cuando nos falta alguien a quien hemos querido mucho,recordar esos buenos momentos hacen que permanezca en nuestra vidas, y aunque ya no este con nosotros ,un trozo de él permanece en nuestro corazón y un trozo del nuestro se va con él,por eso mientras vivamos y sintamos los que se van nunca morirán y si los podemos recordar cuando nos llenaron de alegría ,esa alegría permanece por siempre,y nos ayuda a seguir adelante.
Una vez lei que la risa es la distancia mas corta entre dos personas y asi lo creo.
ResponderEliminarCelebro la risa, es una manifestación de disfrute y de comunión con los otros.
Jana, muy buena anécdota y gracias por recordar el valor de la risa.
Ah! muy dulces tus comments en mi blog, aprecio mucho tu calidez y buenos deseos!
El final del post me ha emocionado. Precioso Jana.
ResponderEliminarQué bonito, recordar así a alguien. Nosotros con mi abuelo lo hacemos igual, pero con paseos que nos hacía acompañarle y mentiras que nos contaba, inocentes que éramos.
ResponderEliminarY lo del queso... ¿en serio engorda tanto? Porque me alimento de ello y no he engordado un gramo. Mujer, una vez a la semana no hace daño un bocadito de queso jajajajaja
Y bueno, es lo que tienen los acentos. Yo también me confundo mucho con el acento andaluz, por eso de acortar las palabras, en especial la del "Padre Damián". Hubiera reaccionado igual xD
Que lindas deben ser esas reuniones tan intimas con tu hija, y pasar un gran momento a solas recordando viejos tiempo y compartiendo muchisimas cosas. Conocí a tu papá por el blog el Poeta de la Paz, recuerdo que pasé por el blog y tuve que comentar porque eran un a serie de poemas hermosos!! y allí tu pasaste por mi blog y me dijiste que ese blog se lo habías hecho en homenaje a el y que este era tu blog, así que simplemente comencé a visitarte a ti y me encontré con una persona maravillosa!!
ResponderEliminarMuy graciosa la historia del queso, en casa pasa igual con el Dulce de Leche, compran y a los 2 días no hay mas ya que a escondidas caso una cuchara y comienzo a comerlo despacito jajajaja.
Buen comienzo de semanita, mil besitos cariño ♥
Muy tierno...al final esos pequeños detalles se filtran en todo lo que escribimos, aunque no sea de forma directa. Le damos vueltas y lo planteamos de mil formas distintas... pero esas son las cosas que nos hacen como somos.
ResponderEliminarMe ha gustado visitarte y seguramente volveré. Mientras te invito a echarle un vistazo a algo quizás más oscuro, pero en el que a veces también se adivinan pequeños puntos de esa luz.
http://bombonesdebutano.blogspot.com/
Besos
Me ha hecho recordar la frase de cuando morimos…es cuando nuestros seres queridos nos olvidan y yo creo que él , está más vivo que nunca.
ResponderEliminar¡Me ha hecho mucha gracia la anécdota del queso ajaja cosa más burra (dicho desde el cariño eh), me como yo eso y la noche que paso en urgencias es guapa…Y no hables de torrijas por Dios cosa más rica…
¡Un Besote Enorme pequeña!.
Espero que sean más tardes como las que has descrito ahí arriba…
¡Muuuacks!
=^.^=
Tu padre, sin duda, era una gran persona; un hombre entrañable y que además siempre os hacía reír. Me encantan las personas que te ponen de buen humor.
ResponderEliminarUN abrazo.
Probablemente es el mejor homenaje que se le puede hacer a alguien, ser dichoso con su recuerdo. Estoy seguro de que tu padre estaría riéndose con vosotras desde algún lugar.
ResponderEliminarBesos apretaos
Canoso, son momentos impagables que surgen de pronto, sin buscarlos, aunque luego piensas que te has pasado días y días esperándolos y que ha merecido la pena.
ResponderEliminarMil besos.
Noel, esos son los momentos que dan sentido a la vida, ¿verdad?
ResponderEliminarMuchos besitos.
Es cierto, Miguel; dicen que nadie muere mientras alguien lo recuerde, ojalá estos recuerdos algún día pueda pasárselos a los hijos de mi hija, para que su bisabuelo permanezca vivo también en ellos, no sólo por su poesía sino por la persona real que era.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Ceci, yo también creo que la risa acorta distancias, reír de las mismas cosas te hace sentir muy unida con quien sea. Y esas tardes de risa, aunque sea con una nota nostálgica, son maravillosas y te dan "cuerda" para seguir días y días.
ResponderEliminarGracias a ti por venir, preciosa. Mil besos.
Maripili, toda la tarde estuvo llena de esa emoción dulce del recuerdo, y también el día siguiente sentía a mi padre muy, muy cerca y real. Perder los recuerdos debe ser lo más triste y desolador del mundo.
ResponderEliminarMuchos beitos, guapísima.
Misaoshi, ¡sí que engorda mucho el queso! Aunque no te extrañe que a ti no te engorde, porque por lo visto hay cosas que no nos engordan a cada uno: yo puedo comer tocino hervido sin problemas, que no pongo un gramo, ¡y también me gusta muchísimo! No es que lo coma mucho porque de todas formas es demasiada grasa, pero el misterio es ése; en cambio el queso mejor ni mirarlo, como cene un pedacito unas cuantas noches, seguro que pongo 1 kilo, ¡brrrr!
ResponderEliminarGuapa, mil besitos, y aprovecha con el queso, ya que tienes esa suerte.
Lenn, yo también me acuerdo de cuándo pasaste por el blog de mi padre; parece que hace mucho y sin embargo fue este verano, ¿verdad? y desde entonces ya nos visitamos siempre.
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho el dulce de leche, otra cosa que compramos poco porque no dura nada... lo mejor es evitar la tentación.
Mil besitos, linda.
Alastor, gracias por visitarme, espero que sí, que vuelvas; iré por tu blog yo también seguramente antes del fin de semana, en cuanto tenga un par de horas libres por delante porque me gusta echar un buen vistazo.
ResponderEliminarUn abrazo y ¡hasta la vista, espero!
¡Dawa, es que mi padre era muy bruto en esas cosas! Me hacía gracia cuando me decía "niña, no sé qué me pasa que no tengo apetito"... y luego me contaba lo que había desayunado, y se desayunaba ¡tres veces! ¿Cómo esperaba llegar a mediodía con hambre, por Dios? Claro, es que él se levantaba a las 5 y pico, unos madrugones siempre...
ResponderEliminarGatita, muchos besitos y pronto espero estar con mis ánimos de antes, sigo tan agotada, y ahora más, que llevo desde el domingo a base de paracetamol para aguantar el día.
Muchos, muchos besitos, preciosa gatita negra.
Josef, era entrañable en todos los aspectos, era un hombre maravilloso y le añoramos mucho, mucho, mucho. Tonta de mí, me parecía imposible que de verdad me fuera a faltar algún día.
ResponderEliminarMuchos besos.
¡Yo también estoy segura de eso, Pelayo! Y a él le encantaban también esas tardes en las que se empieza a evocar batallitas y rememoramos el pasado como si estuviéramos volviendo a vivirlo.
ResponderEliminarBesos muy apretaos.
En ocasiones los padres y en concreto "él" nos deja recuerdos difíciles de olvidar... junto con la pena que ya no estén.
ResponderEliminarMe he reído mucho leyendo lo del tuyo. Está claro que era un hombre irrepetible.
Entrañable. Somos, en gran medida, nuestros recuerdos. Así que mejor que sean buenos.
ResponderEliminarirrepetible sin duda!
ResponderEliminarbesitos
Qué maravilla leerte lo que cuentas de las aventuras de Vega. Qué más da que muera que que no muera. Lo que tú has vivido con tu Vega, eso ya no te lo quita nadie y creo que eso es lo que importa porque eso te ha cvonfigurado a tí como eres. Tú llevas a Vega dentro, tanto si quierersd como s no quieres. tú eres Vega, entre otras muchas cosas, por supuesto. Un beso y otro para Vega
ResponderEliminarIrrepetible, Chesana, era genial, y encima más bueno que un cacho de pan, nunca he conocido a alguien menos rencoroso y que creyera con más fe en la bondad del hombre, a pesar de todo lo que pasó. Increíble.
ResponderEliminarMil besos.
Pepe, los malos recuerdos están ahí, pero si intentamos espantarlos al final casi lo conseguimos siempre. Los buenos hay que mimarlos.
ResponderEliminarMuchos besos.
Ya te digo, Aniña. La vida me regaló maravillosos padres y una hija maravillosa, no tengo derecho a quejarme sino a valorarlos.
ResponderEliminarFeliz finde, guapa.
Antonio, es extraño eso que me dices, y más porque después de morir él empecé a encontrar en mí cosas que eran suyas y que antes yo no decía o no pensaba. Sí, estoy convencida de que hay cosas de los que se van que se funden en nosotros para no perderse.
ResponderEliminarLos recuerdos están siempre ahí, eso sólo puede arrebatárnoslo esa maldita enfermedad tan temible, toquemos madera.
Un fuerte abrazo.
Una preciosa tarde. Suelo recordar a mi padre muchas veces, hace mucho que falta, pero a una siempre le parece que fue ayer. No puede verlo hacerse mayor,si hubiera vivido ahora empezaría a serlo, en fin...
ResponderEliminarBesitos.
Me han encantado estas historias.... me he reido yo también un buen rato, es que me encantan este tipo de anécdotas!
ResponderEliminarHay algo mejor que recordar a alguien que no está con risas? para mi no.
Gracias por compartir esos buenos momentos con nosotros,porque a mí al menos me han sacado una sonrisa.
ResponderEliminarY es que por encima de todo lo demás,somos personas al fin y al cabo con buenos momentos y otros no tan buenos y es maravilloso que podamos recordarlos,sobre todo los buenos para que nos podamos sentir más cerca unos de otros.Un besito.
Vuelvo aquí porque siento que tengo que corresponderte y porque no has colgado nada nuevo. No importa. Esa pareja de que hablas formada por tu Anaïs y tú, que ahora ha entrado en otra fase que te habrá costado lo tuyo me resulta pintoresca. Uno puede entender que es la vida y que hay que asumir los cambios que nos trae, pero algunos, qué durtos, coño.De todas formas este escrito te lo dedico a tí para decirte que el sol sale, o la llevia también para tí y que el mundo es muy grande. Te mando un beso solitario y agradecido a la vida
ResponderEliminarJo, siempre se les echa de menos, ¿no es verdad?, aunque sigamos adelante con la vida, cuántas veces todavía me voy hacia el teléfono y me detengo, porque pensaba en llamarle para comentarle algo o para decirle que estoy guisando algo que le gustaba mucho e invitarle a comer... y cuando descubro una nueva receta o un libro nuevo, ¡qué pena y qué rabia no poder ya compartirlo con él! Vivan lo que vivan,nunca será bastante.
ResponderEliminarMil besos, guapa.
Neko, recordar con risas es lo más hermoso, yo creo que dondequiera que estén (y estemos, cuando nos toque) es la mejor manera de hacer que nos reunamos un poquito, en alguna extraña dimensión. Mientras yo viva, y después mientras Anais viva, Vega seguirá viviendo tal como lo recordamos, y eso es un consuelo muy grande.
ResponderEliminarMuchos besitos.
Víbora, eso es: somos personas, y tanto nuestras virtudes como nuestros defectos son lo que nos hacen irrepetibles y amados.
ResponderEliminarUn beso, preciosa.
Muchas gracias por volver, Antonio. Es verdad que últimamente no estoy muy inspirada para hacer entradas, siento que me falta tiempo para todo.
ResponderEliminarSí que parece un poco pintoresca, pero a nosotras nos gusta así, si empiezo a hablar de mi niña no paro, hemos compartido mucho desde que ella nació: aventuras, libros, películas, chistes, canciones, hasta nos ha ocurrido a menudo soñar lo mismo (eso también me ocurría con mi padre mucho). Es duro, ya lo creo, durísimo aceptar que los años pasan y que ya no volveremos a aquellos días, pero al menos por ahora a ella le va bien, tiene trabajo, un chico al que quiere muchísimo y es correspondida, es buena, responsable, sensible, empática... bueno, estoy orgullosísima de ella, y aunque estemos a 24 kilómetros de distancia, también la tengo dentro de mí todo el día.
Muchas, muchas gracias por tus palabras, Antonio, y un beso igual de fuerte y cariñoso para ti.
Cariño te he dejado un premio ♥
ResponderEliminarQué bonito Jana.
ResponderEliminarEs la realidad, las personas de carne y hueso, las imperfecciones de la naturalidad que se hacen graciosas y bellas, ellos son los que pasan a la posteridad. Ante todo en los recuerdos.
Un abrazo muy fuerte guapa.
Algo así como a Vega le sucede a mi madre. Que tergiversa nuestras conversaciones y nos sale por los cerros de Úbeda:)
ResponderEliminarYo te comprendo perfectamente. s una buena manera esa de recordar, con la risa en boca y alma.
Yo como mucho queso, por eso del calcio, ya que la leche ni la huelo. Sí, sé que engorda, pero prefiero privarme de otras cosas antes que del queso.
Besossss
Lenn, preciosa, mil gracias, ahora iré para tu blog.
ResponderEliminar¡¡¡Feliz finde!!!
¿Quién quiere a alguien perfecto a su lado, Imilce? Como tú dices, esas imperfecciones nos hacen, a todos, más humanos.
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti, feliz finde.
Trini, en realidad la culpa era nuestra, porque como aquí en Andalucía hablamos tan rapidito y nos comemos los finales de palabra... menos mal que él se reía con nosotras, y cada anécdota se convertía en un chiste compartido para los tres.
ResponderEliminarMañana es el cumpleaños de mi hija, y me acuerdo tanto de él... siempre me hacía un regalito a mí también, por haberla traído al mundo, y nos hacía un poema, y compartía con nosotras un día tan bonito.
¡Te envidio por lo del queso! Yo tomo bastante leche (desnatada) y de vez en cuando, yogures, me contagió MP, y están muy buenos, la verdad.
Mil besos.
Jana leí tu crónica y me pareció hermosa, me hizo recordar bellas cosas de mi familia con mi padre. Me alegra que tu padre esté contigo. Me pareció muy divertida la historia del queso,pero lo que más me gustó fue el recuerdo, el recuerdo con amor, besos
ResponderEliminarMixha, cuánto tiempo... gracias por tus palabras; sí, a mi padre a veces lo siento muy, muy cerca, otras veces, no, supongo que estará en esa otra dimensión, bueno... pero siempre está dentro de mí su recuerdo, y eso es lo importante.
ResponderEliminarMuchos besos.