viernes, 7 de junio de 2013


  Hace un puñado de años que lo escribí y creía haberlo perdido entre los miles de cuadernos y hojas sueltas que tengo por ahí. Lo encontré hará una semana, cambiando de sitio todos los libros de una estantería,  y al ratito encontré otro también perdido. Lo gracioso es que son el primero y el último de los que escribí en aquella etapa de "desde abajo, mirando a las estrellas", cuando me sentía más perdida que el barco del arroz y fui a enamorarme como una tonta de alguien que no merecía tanto amor.
Bueno, pues estoy encantada de haberlo encontrado, recuerdo muy bien el día en que lo escribí. Era por la tarde, tenía el corazón tan dolorido que casi me cortaba la respiración, sentía que, por favor, que tenía que pasar "algo", lo que fuera, que me era imposible continuar así, sufriendo así, sintiéndome así, y sin avanzar... creo que más de una sabe a lo que me refiero. Más de uno también, supongo.
  Y ahí va: el último poema de una locura de amor. No he cambiado ni una letra, es tal como lo sentía en aquella tarde de julio de hace ya siete años. Tan lejos...


ME ACOSTUMBRÉ…

Me he acostumbrado a ti, y a tu sonrisa.
A tu voz, que en mi mente va grabada.
A tu aliento que ya no me acaricia.
A tus ojos azules de alborada.

Me he acostumbrado a ti sin darme cuenta.
Poco a poco has llenado tantos huecos
que ahora que tengo que alejarme, siento
que una parte de mí muere y me mata.

Ahora que eran tus manos casi mías,
que había tanta ternura en tu mirada…
Ahora que casi sin mirar, sabía
qué sentías, qué querías, qué buscabas.

Me he acostumbrado a ti; aun sin tenerte,
en mis noches poblabas mis ensueños
y al despertar sentía tu presencia
como si fueras parte de mi cuerpo.

Siendo tuya debo irme, y si me alejo
vienes tú por senderos retorcidos
para encontrarnos otra vez de frente,
en caprichoso juego del destino.

Dime en susurros lo que nunca dices,
dime que es mío tu corazón esquivo,
dime que sabes lo que por ti siento,
dime que tú también sientes lo mismo.

Dime lo mucho que me necesitas
en tu vida, mis manos en las tuyas.
Bésame con los ojos, con los labios,
dame tu amor, amor, bajo la luna.

No dejas que me vaya, y yo me voy
sabiendo que no puedo ya escaparme.
Y tú regresas, una vez, y otra,
y hay algo que nos dice: nunca es tarde…

                            Jana, la de la niebla…

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Ana Vega Burgos
anavegaburgos,@hotmail.com