miércoles, 23 de marzo de 2011


   Ante el horror del terremoto y el tsunami de Japón no hay nada que pueda expresar nuestros sentimientos, no bastan las palabras y las lágrimas no sirven. Una oración, y las manos tendidas hacia ellos.
   Los japoneses me han llenado de admiración por el espíritu que los anima en esta catástrofe. Dolor, tristeza, impotencia, desconcierto, aquello que todos sentiríamos en su lugar, lo llevan en el corazón, no lo dudemos ni un sólo segundo, pero no se han regodeado en su desgracia: intentan seguir con sus vidas para que los que están a su alrededor puedan seguirlas también. Cada uno va poniendo, sin aspavientos, su granito de arena, y marchan por su camino aunque este camino se esté desmoronando.
    Deberíamos aprender de ellos, de ese sencillo "cumplir cada uno con su deber", en lugar de ladrar, como los perros, a la luna.
 No es momento de brindis, pero cuando lo sea levantaré mi copa hacia Japón y les diré, de todo corazón: Chapeau!

Aún si supiera que mañana el mundo se habría de desintegrar
yo igual plantaría mi manzano.
Martin Luther King
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contacto

Ana Vega Burgos
anavegaburgos,@hotmail.com