En la guarde hay cuatro clases: Fresas (de 0 a 1 años), Mandarina (de 1 a 2 años), Piña (mixta: de 1 a 2 años y de 2 a 3) y Cerezas (de 2 a 3 años). La Dire es la que lleva ésta última, y como es la que más obligaciones tiene que cumplir fuera de clase, cada vez que ella debe ausentarse me toca quedarme encargada de los pequeños... monstruos. Lo siento, pero es que los de 2 a 3 años de la clase Cerezas parece que han sido elegidos adrede para sacar de sus casillas a cualquiera, por paciente que sea. Hasta tenemos unos trillizos: Claudia, Alba y Edu. Tres preciosidades, de verdad, pero ¡ay, ay, ay! Sobre todo Alba, es un AY elevado al cubo. Y encima se compinchan para desobedecer, chulear, tirarse al suelo cuando tienen que ir a la mesa a tomarse el desayuno... bueno, de verdad, cuando la seño Cerezas me dice: "Jana, hoy tengo que salir", se me cae el alma a los pies.
También en esa clase está Ismael, hiperactivo, sin la más mínima idea de educación y agresivo, de modo que hasta las frutas de plástico con las que juegan les sirven como arma: igual ataca al compañero con un plátano, una zanahoria o un espárrago, todo lo que tenga un poco de punta le viene perita. Y cuando lo castigas, se pone a llorar a grito pelado con la "i", enloqueciéndote.
Hay que castigarlos, claro. Cuando un niño pega a otro, primero le hacemos que vaya y le dé un besito. Los pobres atacados suelen conformarse con eso, pero, claro, es muy cómodo, así que en cualquier momento ves a uno llorando y a Ismael persiguiéndolo para darle un besito, lo que te da a entender que ya antes le ha cascado de lo lindo. Es el momento de castigarlo: lo llevas a la pared, lo sientas (mirando hacia la clase, todavía no hemos llegado a ponerlos de cara a la pared, aunque todo se andará, seguro) y le dices: "¡quédate ahí sin moverte hasta que yo te diga, a pensar!" Que ya mi niña me dijo cuando se lo conté: pues bien empiezan si ponerlos a pensar es el castigo, no van a querer pensar en la vida.
Aparte de los Trilli y de Ismael, está Rocío, que puede ser encantadora pero no quiere. Esa niña adora jugar con los muñecos, meterlos en la cuna, cantarles, darles de comer... muy madrecita ella. Y a mediados de noviembre o así dejó de ser "bicho" y cultivaba sus buenas cualidades de manera que daba gloria, lo que había cambiado, etcétera etcétera. Pero en Navidad dejó de venir desde el 22 hasta el 8, y cuando volvió venía en el mismo plan en que estaba a principios de curso: rebelde, pegona, desobediente, en fin... que te hace pensar que en su caso el error de educación lo cometen en su casa, ¿no? O la dejan hacer todo lo que quiere, o no la controlan en absoluto o yo qué sé. Pero el resultado es el mismo: otra que acaba castigada casi a diario, y se oye: "¡Rocío!" veinte veces cada mañana.
Javi es otro que ya, aunque pegón y desobediente, es más fácil de llevar. Eso sí, no se le puede obligar a sentarse con los demás porque simplemente no te entiende: él quiere hacer lo que le parece, y si pega no es por dañar sino más bien para apartar lo que le molesta. Es grandullón, pero mucho más inmaduro, así que a la larga es llevadero. Y si le dices que es un campeón, te echa una sonrisa que te camela.
No es que vaya a describiros ahora niño por niño, porque son más de 40. Sólo he ido nombrando a las "pesadillas" que me tocan cada vez que la seño Cerezas tiene que ausentarse, para que os hagáis una idea. En esa clase hay 15 niños, 6 de pañales y el resto de los que ya hacen pipí en el wáter, la mayoría sin un problema, algunos, en cambio, pues con accidentes, escapes y sobresaltos varios: Alberto, Celina y Rocío en especial, es un estrés porque si te dicen: "pipí", tienes que abandonar todo lo que estés haciendo e ir corriendo a ponerlos, y a veces eso es imposible. Si por ejemplo estoy en el cambiador cambiando los pañalitos a otro, ¡no voy a dejarlo a medias, se puede caer, por Dios! Y ahí está la emoción de esos minutos a contrarreloj, suplicando:
-Por favor, Celina, aguanta un poquitín, que ya estoy ahí, ¿vale, campeona?
y ya pensando en que probablemente cuando llegues tengas que cambiar la ropita, llevar a Celina a limpiarla, en fin, otro rato en el que los demás pueden aprovechar para matarse con espárragos, meterse debajo de la mesa de la seño y sacar todas las carpetas, derramar el zumo por el suelo, las mesas y la ropa o pintarrajear las paredes (ya me lo hicieron una vez) con las ceras de colorear.
En cambio, los de la clase Piña son el grupo más adorable que se podía haber juntado. También a ellos parece que los hayan elegido adrede: niños para comérselos a besitos, para adoptarlos, niños que cuando no puedo estar con ellos en toda la mañana me quedo un ratito más después de mi hora sólo para poder estar con cada uno un minutillo más; todos -bueno, excepto dos que están aprendiendo ahora- son de pañales, y eso tiene la ventaja de que cuando los cambio puedo estar con ellos más íntimamente, darles besitos en la barriguita, decirles ternezas, y eso les encanta. Después los siento sobre el cambiador, les pongo el rotulador en la manita y les ayudo para que cada uno "apunte" que ha hecho pipí, o sea, hacen una cruz en su nombre, y les encanta, todos me dicen: "apuntá", tan felices. Me los comería.
Está Noelia, que es bastante "bichito" pero de otra manera; es una niña que agradece mucho el cariño, que si se lo das, es buena, dulce, cariñosísima, generosa, tierna... Cuando le reñimos se duele de verdad, esconde la cabeza y se siente horrible, y hay que ir al rato a darle un beso y hacerle un mimo porque si no, no juega ya en toda la mañana. Y si le pides que te ayude, ya no hay niña mala: ella se pone a ayudar con toda fe, se acaba la primera la comida, te lleva la servilleta a la papelera... en fin, un encanto.
Y Miriam, que es tan lista y madura (tiene 2 años, ya lo sé) que cuando se pone llorona nos sorprendemos porque es que no le pega, parece como si ya fuera una niña grande, quizá por eso se le exige demasiado. Miriam me recuerda mucho a mi niña a su edad. Y es observadora como ella sola, y tiene una memoria de elefante. Desde el primer día conocía cada mochila, cada nombre de sus compañeros, en fin, que yo recurría a ella cuando no sabía de quién era alguna mochi, porque como yo llego a las 10 y me voy a las 2, los niños ya están allí cuando yo llego y la mayoría se van después que yo.
También está Adonay. Adonay es la dulzura personificada. Es pequeñito (2 años y 3 meses, pero bajito), redondito, con el rostro más inocente que os podáis figurar. Casi nunca llora. Cuando está malito viene y te mira para que lo mimes, y te dice "me pica" o "me lele", pero sin llorar. En cualquier momento viene y me acaricia la cara, despacito, mirándome a los ojos, interrogante y ternísimo. Ayer le dije con toda mi alma: ¡guapo! y me contestó, igual: ¡guapa! No puedo evitar quererlo un poquitín más, claro que no lo demuestro, pero de verdad que no es fácil evitarlo porque a mí la ternura es lo que más me vence y ese pequeñín es tierno de corazón. Y lo que me entristece o me asusta es que es hijo de un muchacho (lo conozco de mi época en que salía tanto y tal) que, aunque cariñoso también y buena gente, ha llevado bastante mala vida y no la cambia. Ojalá cuide del niño tan bien como lo está haciendo hasta ahora, ojalá la vida no obligue a mi pequeñín a endurecerse ni a cambiar tanto que no se reconozca.
Y ya no nombro a nadie más, bueno, sólo a mi Fabio R., porque es digno de mención ese peque, es divertidísimo oírlo, ¿os acordáis de Juan de la Cosa imitando al japonés? Pues Fabio R. es el japonés, clavado: habla exactamente igual, y es que no calla. Y encima se ríe muchísimo, pero no a tontas y a locas, sino cuando hay algo por lo que reír. Tiene un sentido del humor que lo flipo. Otro al que tengo que comerme a besitos, no tengo más remedio, qué voy a hacer.
Bueno, os iba a contar lo que hago en la guarde pero no lo he hecho, ya lo veo. Llevo casi una hora escribiendo y se me ha pasado volando, esto es de lo que hablo últimamente con mi hija y con M.P., o sea, soy una comecocos total, me apasiono y todas mis ideas giran en torno a los peques. Y hoy os ha tocado, ya veis, tenía que llegar algún día.
Todo era para explicar más o menos que empecé febrero con el día peor que he tenido en la guarde desde que entré, porque esperaba pasarme la mañana en la clase Fresas, ya que entraban tres niños nuevos y sabíamos que la seño Fresas no iba a poder centrarse en toda la mañana. Pero llamaron a la Dire para una reunión en el Ayuntamiento y yo que iba inocentemente dispuesta a batallar con bebés de pocos meses me encontré desde las 10 de la mañana en la clase Cerezas, sin faltar uno solo, empezando con que Celina había tenido su "escape" antes de llegar yo pero ya me quedé cambiándola, y después resultó que de desayunos tocaban zumos, o sea que Rocío derramó todo su zumo en la mesa, tuve que recogerlo con pañuelos, y mientras lo hacía, Carmen María, que aunque lleva dos meses se siente nueva y se pasa TODO el día llorando y buscándome (piando "jana, jana, tita jana..." como un pollito), cogió su chaquetón y su bufanda dispuesta a irse pero al ver que no se podía ir, vomitó encima, y yo que no podía salir de la clase pero tenía que ir a por la fregona, limpiar a la niña, recoger el vómito... y a todo esto aún no eran las 10.30, porDiosporDiosporDios.
A la hora de la Asamblea conseguí tenerlos entretenidos y pendientes porque en lugar de sentarme en una silla, lo hice en el suelo, con ellos, y les encantó: me rodearon todos y pasamos lista, contamos los diez dedos de la mano, repasamos los colores y cantamos (con la música de Frère Jacques):
Rojo red, rojo red,
verde green, verde green.
Amarillo yellow, amarillo yellow,
azul blue, azul blue.
Yo soy de francés, de inglés sé eso y yes, I love you y good bye, nada más, pero está bien, ¿verdad? Algo aprenden así.
Cuando llegué a casa el miércoles cogí un cuaderno para escribir la odisea del día, pero no tuve fuerzas para hacerlo, así que ya se me han olvidado muchas cosas. Sólo recuerdo así, a grosso modo, que estaba al cabo de mis fuerzas y pensando que qué a gustito estaba yo en el paro el año pasado, y que menos mal que en julio vuelvo a engrosar sus filas.
Hicimos una ficha en la que había que pintar el pelo de un muñeco de amarillo y poner un gomet (no sé si se escribe así, es una pegatina redondita de un color liso) rojo sobre la nariz, para diferenciar partes del rostro. Habíamos cantado la canción de Pin pón, repasándola en un cuento, y toda esa parte fue medianamente bien.
La ficha fue regular. Los ponemos de pocos en pocos, porque si las hacen todos a la vez al final pintarrajean con las ceras todo lo que pillan; pero a pesar de las precauciones, en cuanto me descuidaba para atender a otro, alguno pintaba de amarillo toda la cara del muñeco (y eso que sabían que no había que pintar más que el pelo), o arrugaban el papel... sobre todo, por supuesto, Ismael, Rocío, Rafael Ángel, Javi... Alba, en cambio, pintó muy bien el pelo, sin salirse, yo diría que la que mejor lo hizo. Pero, vamos, que no me imagino lo que pensaría la Dire cuando viera las fichas, con tanto amarillo por todas partes y arrugadas muchas de ellas... porque eso es responsabilidad mía, claro, yo tendría que estar pendiente de cada niño, pero de verdad, ¿¡cómo!? No son mis alumnos de diario, los tengo sólo en ciertas ocasiones, así que confieso que es como librar una batalla en la que, si sobrevives, ya te puedes dar por vencedora. Pero me mortifica.
Al final, mandarlos a todos a hacer pipí, cambiar a los de pañales, vigilar entretanto a los demás (es dantesco, de verdad) y por fin ponerlos a todos en fila para ir al recreo, a la Piscina de Bolas.
Llegamos allí a las 12 o por ahí, y nada más entrar, al ver que estaban ya allí las seños Mandarina y Piña, ya tuve que irme corriendo a la clase Fresas, ¡a ver cómo les iba a los tres nuevos bebés, más los cinco que ya teníamos! Sin un segundo ni para respirar, entro en la clase a oír llantos de ocho bebés, cambiar pañales porque a la seño Fresa apenas le había dado tiempo a nada, la pobrecita mía estaba toda estresada, "Jana, yo no puedo, ha sido una mañana horrible" "Dímelo a mí, que hasta me traje café para tomarlo contigo, y no he podido ni respirar en toda la mañana". Y ya nos fuimos con los peques al comedor, donde me tocó darle a uno de los bebés nuevos, Miguel, y ahí ya sí que Janita la de la niebla era digna de ver: pelo, cara, rebeca, camiseta y vaqueros rezumaban puré de zanahorias de un cálido y otoñal tono anaranjado, tanto que tuve que quedarme en manga corta (allí hace calor, eso sí) y parecía una mala aspirante a Miss Camiseta Mojada Pelirroja, o pelinaranja más bien. Fue el casi final ideal para un primer día de febrero altísimamente estresante.
Me moriré en un día del mes de enero... Pues a lo mejor lo voy a dejar para febrero, habría que pensar.
Y todavía quedaba el resto del día: después de dar de comer a los bebés pequeñines, hay que seguir con los mayorcitos, que están, unos en trona (los más pequeños) y el resto de 6 en 6 en mesas. Algunos son completamente imposibles, aunque no sé ni cómo, al final conseguimos que coman más o menos la mitad de cada plato (son muy abundantes) y el yogur o la fruta. A otros da gloria verlos esforzarse en llenar ellos solitos la cuchara, claro que no lo suelen conseguir bien y hay que ayudarles a llevarla a la boca, pero son momentos estimulantes.
Adonay intenta comer solito y lo consigue bastante, pero cuando me ve acercarme me tiende la cuchara a mí para que le dé. Y hasta prueba el calabacín y los guisantes de guarnición, sólo por complacerme, aunque cuando me voy se los saca de la boca con cuidado.
También conseguí hace unos días que Miriam probara un cachito de zanahoria (se ponía histérica cuando lo intentábamos) y ahora resulta que le gustó tanto que todos los días pide zanahorias. Nos hartamos de reír con ella. Empieza: "¡Seño Jana, seño Jana, no hay zanahorias!" muy disgustada, y tengo que ir a enseñarle que hoy hay otra verdura, y ya las prueba todas. Es milagroso.
Sí, ya sé que si empiezo a hablar de ellos me pierdo. Y me parece que la entrada va ya larguísima, ¿no? Voy a cortar. Pero antes acabo el día, aunque sea a toda velocidad, total, como suelo ir: a la 1.30 me voy llevando a los que han terminado, sobre todo a los que vienen enseguida a por ellos, los cambio, les peino y les echo colonia (y no me gusta peinarlos con raya al lado y el pelo pegadito a la cabeza, pero me dicen que lo haga aunque tampoco a los padres les guste, de verdad, pobres niños) y a por el siguiente. Los demás niños van llegando, las seños también, cambiamos a toda velocidad, los dejamos listos, los que se van, ya os digo, en plan El Pequeño Lord, los demás, a las hamacas a dormir, que se suelen levantar veinte veces y algunos (Ismael siempre) acaban llorando castigados y emborricados, como decimos aquí. Y cuando la paz llega por fin y reina el silencio...
Son las 2 (más bien y cuarto) y me tengo que ir. ¡Estrés, estrés, estrés!
Así que sueño con llegar a casa, tomarme una birrita deliciosa, fumarme un cigarrillo y luego otro y comer... ¿yo? ¿Qué es eso? Como cerca de las cuatro, cuando me pasa algo sólido por la garganta. Y mientras, hablo y cuento, y sé que muchas veces no me escuchan, lo comprendo: la semana que Anais trabaja de tarde, hablo con ella por teléfono nada más salir y le doy el parte de guerra del día, supongo que mientras me oye como un runrún ella se relaja sin hacerme caso... y luego, en casita, frente a la chimenea, repito y aumento las Aventuras y Desventuras de Janita, y M.P. se atarea con la candela, diciendo "hum... ja, ja, ja",. etc. para complacerme.
Lo siento, hoy os ha tocado el rollo a vosotros. Podéis saltároslo, ¡no me voy a enterar!
Esta es la entrada de la guarde, la he encontrado en google, yo no estoy (estaba con los más peques), fue en los días anteriores a Navidad, no se ven muy bien los chiquitines pero la que está en primer plano, a la derecha, es mi Noelia, y el que se ve a la izquierda sentadito y mirando a la derecha y abajo es mi Adonay. Los Trilli están detrás, donde está el hombre con la chaqueta negra, precisamente la niña a la que él está cogiendo por los hombros es Alba. La que está de pie con una niña en brazos (Carmen María, que aquellos días era todavía más novatilla) es la Dire, y la de la camisa de cuadros es la seño de la clase Piña)
(No creo que sea ilegal poner la foto ni decir los nombres, ¿verdad?)
Me he quedado exhausta solo con leerte e imaginarme cada una de las situaciones. Tu trabajo es agotador, menos mal que disfrutas un montón con tus peques.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
como siempre, gracias por compartir tanto con tus letras. besitos
ResponderEliminarHola Jana, es la primera vez que entro en tu blog ni tan siquiera sabia que lo tenias.Te conozco por los comentarios en el blog del amigo Pelayo.
ResponderEliminarNo sabes la emocion que e sentido al leer una de tus poesia,verdaderamente fascinante, me a encantado ("En mi soledad Encantada").
Sabia que Niebla era parte de di como lo es de aquellos que estamos enamorado de ella, pero no me podia imaginar los sentimientos,la admiracion y el amor que le tienes a este nuestro pueblo.Gracias por ser una iliplense mas y enorabuena por todo lo que expresas con tus letras, llegan al corazon.
Un saludo
Buf! qué entrada más horrorosa! jajaajajjajajajaja me ha encantadoooo!!!!!!
ResponderEliminarNena, para eso estamos los blogueros, para aguantar chapas ajenas mientras contamos las nuestras también, así que no te sientas culpable.
MEnuda cruz con los niños mayores, madre mía!
Leyendote he pensado en las profes de mi niña...la verdad es que nunca tuve demasiadas quejas, todas me decían que era encantadora y que pasaba las tardes enteras mirándose en los espejos y jugando y cantando...un casito!
Es verdad! yo odiaba que peinaran a mi niña con el pelo repegao y apestando a colonia, además tenía dermatitis! y nada, por más que lo decía, todos los días con las coletas estiradas y bañada en colonia. Eso sí, como era la niña de cagar (con perdón) a y treinta y cinco, y las cambiaban a y veinte, siempre me la daban con regalo en el pañal....
De todas formas, siempre he pensado que las profes de infantil os merecéis una calle con vuestros nombres, y después de leerte estoy más segura de ello.
Beso!
Neuriwoman, y aún así si vieras como llego... con la lengua fuera, de verdad. Me siento y cuando me levanto ya parezco una abuelita, con dolor de piernas, tobillos, pies... pobre de mí.
ResponderEliminarDisfruto, sí, pero agradecería mucho unos diítas de descanso... 50 ó 60 o por ahí.
¡Muchos besitos!
Aniña,cuánto tiempo, gracias a ti por pasarte.
ResponderEliminarBesitos.
q bonito es trabajar con niños...eso sí, más mayorictos
ResponderEliminarJanita preciosa: pues aunque es largo lo has descrito todo tan bien que me te he imaginado en situación, sobretodo con los de la clase de Cerezas. Y mira, que gracia me ha hecho lo de castigarlos a pensar, y cuanto razón tiene tu hija, porque si eso es castigo....pues imagínate lo poco que les va a gustar cuando tengan que pensar más en serio. Yo no soy niñera, la verdad, porque para todo hay que valer...como decía mi ex tu la foto y lo sueltas, y es verdad. Además....soy admiradora de Herodes, ja,ja,...Menos mal que existen almas como la tuya que contribuís a que la humanidad se perpetue...
ResponderEliminarMil estrellitas enanas y saltarinas????
Sherezaded
Querido paisano de corazón, Antonio: también yo te conozco por el blog de Pelayo, del que voy bebiendo sus entradas como una sedienta enamorada de nuestra Niebla. Sí que amo, adoro, sueño con ese pueblecito (ciudad) en el que, sin nacer allí , dejé mi corazón al irme. Vuelvo cuando puedo, de incógnito, ¿sabes?, porque así me siento más parte de cada piedra, de cada árbol. Desde que empecé el blog llevo in mente la necesidad de hacer una entrada para Niebla, y hasta Pelayo tuvo la gran gentileza de enviarme varias fotos de las ruinas del que fue nuestro colegio, y sin embargo nunca puedo hacerla porque no podría decir lo que siento, ni en mil páginas.
ResponderEliminarComo verás, tanto en mi nick como en el nombre del blog va Niebla metida, jugando con el significado de la palabra pero siendo MI NIEBLA al fin. Y me ha hecho mucha ilusión que menciones Mi Soledad Encantada porque es la poesía en la que más yo, tal como soy, me he expresado. Me encanta que te haya gustado.
Vuelve por aquí cuando quieras, serás siempre muy bienvenido, Antonio, y seguiremos viéndonos en el blog de Pelayo.
Un abrazo iliplense.
Maripili, gracias por tu idea, ¿una calle? ¡Un barrio voy a pedir!
ResponderEliminarPues fíjate lo que dices de que te daban a tu niña con regalito en el pañal, nosotras, si en el último momento el niño se hace caca, lo cambiamos con la madre delante, pero no se va ningún niño con regalo a no ser que nadie lo haya olido, que es difícil. Somos muy conscientes, ¿eh?
Ya es domingo y sé que mañana... ay, Dios. Y el caso es que luego no siempre es así y pasan días geniales en los que me lo paso como los indios, pero cuando la Dire se tiene que ir... tierra, trágame.
Guapísima, ya ando leyendo el blog de Rayajo, llevo unas cuantas entradas y me está enganchando mucho, me hace mucha gracia encontrarme Prados Soleados allí también, es tenerte siempre presente.
Mil besitos.
Noel, tú lo sabes bien. Aunque los muy mayorcitos me darían miedo, yo creo que lo mío sería de seis a diez años o así, porque los preadolescentes me comerían por sopas. Pero los bebitos tienen su encanto, de verdad, aunque por mi entrada no se note.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sherezade, me has hecho recordar a mi padre cuando bromeaba: "¿Te gustan los niños? -¡Yo como de tó!"
ResponderEliminarYo sí soy niñera de corazón, si me pongo a pensar, los mejores momentos de mi vida (excepto cuando escribo, pero eso es locura creadora que da miedo) han sido con niños, con los que he cuidado o con mi sobrina, mi niña y sus amigas. Me querían y yo les quería a ellos y nos divertíamos siempre mucho. Y mi hija -no es porque sea su madre, como se suele decir- ha salido para sobresaliente, de buena, generosa, trabajadora y responsable, y además bien educada, vamos, le echo flores porque se merece un jardín. Pasó su etapa rebelde a los catorce y desde entonces es un pastel. Así que pienso que no lo hago tan mal, aunque si tuviera que educar a Ismael, no sé, no sé...
Mil besos con estrellitas de colores para ti y para mi Boly, que no me olvido de él.
Hija mía, ya estoy agotada pá tó el día:)
ResponderEliminarSé de qué hablas porque mi nuera y mi hijo también trabajan bregando con niños.
Paciencia que ya falta menos para julio:)
Besitos
Me ha pasado como a Neuriwoman: me he quedado exhausto.
ResponderEliminarJamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quiera poner a dormir.
Tu comentario de ayer me hizo reflexionar y pensé en la comunicación y en la vergüenza, y puse un post. Hoy también me haces reflexionar con esta entrada y la foto "familiar" y tus niños. Intentaremos un post sobre la familia.
Un fuerte abrazo.
Pues Ray se pondrá muy contento cuando sepa que le lees. Encontrarás entradas subidas de azúcar, no te digo más! jajajaja
ResponderEliminarNo te derrumbes, nena, un curro como el tuyo es una bendición! piensa que tan sólo te queda hasta junio, el año que viene los de 2 años serán los de 3 y los de 3 ya se habrán ido.
Trini,¡me he quedado de a gusto desahogándome aquí! Tenía que haberlo hecho antes, claro que antes no había tenido ese miércoles 1 de febrero que me dejó mataíta.
ResponderEliminarOtro día tengo que hablar de los trabajos manuales que "hacen" los niños, que yo creo que es tema para otra entrada, más cortita, eso sí, que voy a acabar con vuestros ojitos.
Mil besos.
Pitt, me haces sentir musa inspiradora, eso me encanta, la verdad. ¡No es broma!
ResponderEliminarEspero arreglar pronto la cámara y podré más fotos de mi guarde y de más cosas, que soy muy dejá para eso.
Muchos besitos, Pitt.
No te preocupes, Maripili, creo que no me derrumbaré aunque cuesta un poco. Yo había estado 18 añitos siendo mi propia jefa, y se hace cuesta arriba cambiar todos los chips. Además,ser auxiliar quiere decir que galopas para todas partes y cuando algo se queda tranquilo ya te tienes que ir adonde el asunto se ponga al rojo vivo. Por suerte, son cuatro horas y bendigo los fines de semana.
ResponderEliminarEl año que viene ya no estaré allí, cada año entra una nueva auxiliar, así que ya veremos qué hago. Igual me dedico de nuevo a la holganza, y escribo algo, que echo mucho, mucho de menos mis amaneceres chupando el capuchón del boli, con el cuaderno, acurrucada en cualquier rincón junto a una ventana... ¡aaaaaayyy! Era la felicidad creativa, te lo juro.
Hoy no he podido leer nada de nada, mañana volveré al blog de Rayajo y le daré otro empujoncito, que así tengo que ir, a cachitos.
Mil besazos, guapísima.
Jana! Cómo me hiciste reír y recordar mis primeros trabajos dando clases de Inglés en un jardín!!
ResponderEliminarLos nenes son hermosos, pero tremendos!! Muy cierto!
Creo que mucha gente no sabe valorar el trabajo docente...
Beso grande!!
Jana, claro que eres musa inspiradora, pero me sorprendió tu comentario de los "tonteos", ¡joder! sino hago otra cosa en la vida que tontear. Si no te gusta, no te gusto.
ResponderEliminarEn lo sucesivo te pondré a prueba en mi blog, musa, a ti y a tu sentido del humor. Quedas advertida. No todo van a ser seguidores de esos amables, necesitas alguien como yo.
Ya veo que no te aburres. Te pongo un enlace a las gracias de mi chico pequeño cuando era más pequeño y que publiqué en el misántropo. Posiblemente sea la única entrada de tipo "personal" que he publicado http://elmisantropodigital.blogspot.com/2010/08/una-entrada-poco-seria.html
ResponderEliminarPor cierto, ya he salido de mi error (la del carrito es tu chica) y no, no estoy decepcionado al ver que no eres "tan guayaba" que dices.
Un saludo Jana
¡Venga Jana! ¡No te quejes!, que en el fondo estás disfrutando como una loca (estresada sí, pero feliz);
ResponderEliminarpiensa en lo que recordarán a su seño Jana, o más bien debería decir "Tutti frutti", mi hijo Gonzalo, que no tiene nada que envidiar a tus bichitos más ceporros, aún se enternece cuando recuerda a sus seños de la guarde.
Por cierto, tienes un par de e-mails.
Besos apretaos
¡Nunca estamos contentossss! supongo que es síntoma de que estamos vivos y no somos vegetales. Un besito a ti y a tus niños.
ResponderEliminarCeci, ¡no tendrías que reír, sino compadecerte de mí! Claro que si ya has pasado experiencias parecidas, sí que te ríes... a toro pasado...
ResponderEliminarY yo que me quejaba de aburrirme en el paro... ¿dónde está aquella paz de hace un año, por Dios? Pero ya puedes imaginar que no, que estoy contenta aunque cansada, que los peques me llenan mucho por bichines que sean.
Un fuerte abrazo.
Pitt, creo que esta mañana te planté la Biblia en verso en tu blog, así que ahora no me extenderé. Sólo te pido que no seas malvado, que a mí me gusta mucho eso de ser musa pero si me pones muy a prueba seguro que no la supero, soy muy tonta para las agudezas, seguro que ya lo has notado.
ResponderEliminarY te repito que me encanta lo que yo llamo tonteo, si es lo más agradable de la vida.
Besitos, y no te piques, que no lo merezco, yo soy mu buena nena, o lo intento.
Pepe, ya me he pasado por esa entrada de tu peque, ya podías poner más así, qué salidas tiene el mocito. ¡Estarás divertidísimo escuchándolo, y al grande también!
ResponderEliminarMe alegro de que no te decepcionen demasiado mi edad y mis canas (bueno, conste que me tiño) pero me dejas pensando: ¿tan inmadura se me ve? Es grave.
¡Besitos!
Pelayo, sí, disfruto, pero los viernes mucho más, de verdad. Los lunes me siento muy desgraciadita.
ResponderEliminarEso sí, lo que dices de tu Gonzalo, es verdad que cuando llegas y ves aquellas caritas felices, o que corren hacia ti con los bracitos tendidos, yo al menos me derrito, te lo juro. La pena es pensar que se van tan pronto, que no se puede seguir su trayectoria, que en unos años los veremos por ahí y ya no serán "mis" bebés, sino chicos grandullones que... bueno, que es una lástima, ¿verdad?, y más cuando a veces piensas que la vida trata injustamente, a unos les da lo que otros necesitarían y hasta aprovecharían mejor. En fin...
Pelayo, he visto los e-mails, ya te contestaré igualmente. Gracias por confiar en mí.
Besos muy, muy apretaos, querido amigo, compañero.
Luís, tienes toda la razón, y seguro que también en la reflexión, eso demuestra que vivimos. Estoy contenta pero a veces pienso: necesitaría unas vacaciones... largas, larguísimas... ya lo creo. Y encima, cuando me voy adaptando y sintiéndome mejor, llega el viernes, y mira que cuesta desconectar, y cuando lo consigues, ya es domingo. Creo que odio más los domingos que los lunes.
ResponderEliminarSin embargo, imagino que el próximo año estaré tenebrosa por el mundo añorando este curso que en realidad ha sido un regalo inesperado. A pesar del cansancio y del eterno resfriado, me siento mucho más joven que hace un año.
Tengo muchas ganas de mandarte un correo más largo pero me cuesta horrores luego ponerme delante del ordenador. Mientras tanto, mil besos para ti.
Es extresante pero bonito a la vez, porque la sonrisa de un niño no tiene precio.
ResponderEliminarBesoss
Pues todo ese conjunto de experiencias son las que configuran tu vida profesional. Cualquier que no esté dentro de este mundo, como he leido algunos de los comentarios, supone que se trata de una trabajo agotador. Y no digo que no lo sea. Todos los trabajos pueden serlo. Pero de lo que no cabe duda es que se trata de una trabajo vivo, como la fuente de la vida, que es lo que tenemos cada día delante de nosotros los que trabajamos en este mundillo lo que, aparte de cansarnos al final del día como es normal, nos permite estar en contacto permanente con las claves del comportamiento humano, lo que quiere decir en un aprendizaje permanente. Un beso, guapa
ResponderEliminarIris, bienvenida; de acuerdo con tus palabras por completo.
ResponderEliminarBesitos.
Me ha gustado mucho eso de "aprendizaje permanente", porque así es como yo lo siento, Antonio. Estar con los peques es algo que, aunque agote, enriquece muchísimo y te da para reflexionar en muchas direcciones. Ojalá vuelva a tener la oportunidad de estar con ellos, cuando dé la vuelta la bolsa de empleo y empiecen otra vez. Ojalá, porque por mucho que me queje, creo que este año inesperado me está dando muchas cosas con las que no contaba.
ResponderEliminarUn besazo, Antonio.
La guinda del pastel sería que al "aprendizaje permanente" siguiera "el aumento de sueldo permanente"; al "trabajo vivo" el "sueldo vivo"; que recibir lo que uno merece también es "fuente de la vida". Vamos, digo yo.
ResponderEliminarSí, Pitt, sí, sobre todo el "aumento de sueldo" sería muy bienvenido: un mes cobro 407 y al siguiente 406, así desde septiembre. Pagas extras ya incluidas, días de asuntos propios... nanay, los tendremos (supongo) pero no los cogemos porque putearíamos a las demás, así que estamos muy pilladas. Pero, Pitt, en realidad no pienso ya en eso, al fin y al cabo, en el mercadillo no sacaba más en limpio en los últimos años, y qué se le va a hacer. Pero ojalá sí, ojalá ganara más, sería la caña y me encantaría.
ResponderEliminarResignación!
Pues tu lo pasarías fatal, pero yo he leido tu entrada sonriendo todo el tiempo.
ResponderEliminarMuchas veces me apena el trabajar en algo tan poco humano, y me gustaría poder hacer algo así alguna vez, aunque no sé yo si aguantaría tanto como tu.... creo que no!
Pues yo cuando era pequeñita, a mis padres les decían que era la niña perfecta, ordenada, tranquila, limpia, comía de todo y sola, no lloraba ni pegaba y me dedicaba a enseñar a mi hermana pequeña lo que a mi me iban enseñando, y sin embargo mi hermana, con la que me llevo año y medio, era (y es) todo lo contrario, un auténtico terremoto y desastre!!
vamos, que la educación de la familia influye mucho, pero siempre hay algo mas que se esconde dentro de cada niño y que no creo que sea tan fácil de alterar.
Por cierto, que tengo amigas que se dedican a la educación infantil y trabajaron también en guarderías y me encantan sus historias!
Neko, me has recordado algo que no había comentado: eso, la diferencia entre cada niño, aunque se hayan criado del mismo modo, con los mismos padres, en fin, que cada niño es un mundo y sólo podemos intentar hacerlo lo mejor que podamos para ellos y encomendarlo a Dios. Pero sí creo que al cariño responden todos -al menos los que yo he conocido- más positivamente que a las voces o a la indiferencia.
ResponderEliminarYo recuerdo de cuando era pequeña que comía fatal en mi casa, pero cuando tenía que comer por ahí, era súper encantadora y hasta dije una vez: "a mí me gusta todo", que cuando se lo contaron a mi madre, se llevaba las manos a la cabeza. Era por mi timidez, eso también lo recuerdo muy bien, y cuando me topo en la guarde con un par de niños que también se lo comen todo, les guste o no, y que si alguna vez se quedan con ganas no son capaces de
pedir más, intento retroceder a mi infancia para ponerme un poco a su nivel, me da mucha penita, será pena retrospectiva de la niña que fui.
Esta semana, cotrariamente a la pasada, está siendo seda pura, no me puedo creer que ya mañana sea viernes, ha ido todo genial.
Mil besos.