¡¡¡¡¡¡Sí, sí, síiííííííí...!!!!!! ¡Rebajas, rebajas, rebajas de enero!
Siento parecer loca, pero es que ayer fue la primera vez en... aproximadamente... treinta años, que voy de rebajas. Y creo que dejaré pasar otros treinta... o a lo mejor algo más, y así ya no estoy para ningún trote y me libro.
La verdad es que tampoco mi peque había ido nunca de rebajas, y le debía eso: la locura, el recorrer veinte tiendas mirando y tocando camisetas, vaqueros, chaquetas, todo lo que se presentara ante nosotras, el quejarnos de las colas, el esperar ante el probador con un montón de prendas en sus perchas...
Me siento bicho raro, no hace falta que me lo digáis Maripili, Lili, y seguro que muchas más de vosotras que disfrutáis en las rebajas... pero es que NO, NO y NO, no puedo, es superior a mí, el mercadillo ya me ha marcado mucho, mi padre por otro lado, que no soportaba un cuarto de hora en una tienda y se ponía a decirme "frívola" en cuanto me probaba tres cosas y no me gustaban... es que soy una mujer marcada por el pasado, no porque sea rara, lo juro.

Entonces yo era más joven, tenía más aguante y, sobre todo, disponía de muy poco dinero, así que me lo pasaba bien. Si solo buscaba unos pantalones y un top, no era cosa de tardar horas ni de disputarse con nadie: lo encontraba, lo compraba y nos íbamos las dos a tomar café -y a veces vermouth, si era por la mañana- y a charlar tan felices. Así da gloria.
Luego, en el mercadillo, ya no había temporada de rebajas para mí. Me daba una vuelta por los puestos, si algo me gustaba y estaba a buen precio, lo compraba y punto. Nunca he sido muy fashion victim, más bien suelo ir a mi bola, a mi estilo, que a veces ha coincidido con la moda, otras veces ha ido por delante de ella, y otras veces no se parece en nada. ¡Si a los catorce me llamaban "la colgá", por Dios, y "la hippie", me pusiera lo que me pusiera!
Y ayer, por fin, tras varias semanas planeándolo y todo, Anais y yo desafiamos al mundo y nos fuimos, las dos solas,
¡DE REBAJAS!
¡DE REBAJAS!
Ya habíamos ido cuatro o cinco días antes para buscar cosillas y luego no estresarnos -inocentes- pero como últimamente las rebajas empiezan cuando les da la gana, las colas ya recorrían zigzagueantes todo el local, y nos volvimos a casa pensando: "eso es porque se aproximan los Reyes; si ahora, con la crisis, no se vende nada, dicen... seguro que el lunes no hay ni la mitad de bulla".

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(Sí, sí, yo también me río... ahora que soy más vieja y más sabia, y la experiencia de un siete de enero de tiendas me ha grabado a sangre y fuego para siempre)
Pues sí, había el doble de bulla; como en la tele, veíamos ropa tirada por el suelo, gente cargada de perchas -con ropa, evidentemente-, y tales colas en los probadores que decidimos separarnos en una tienda: ella, a probarse... y yo a hacer cola para pagar lo que le gustara.
Al cabo de diez minutos se me presenta indignada...
-¿No te gusta nada?
¡Ja! Mi peque me cuenta, sofocada, que soltó toda la ropa en un montón increíble que crecía y crecía, a la salida de los probadores, porque de pronto se dio cuenta de que no podía, no concebía, no era capaz ella de tirarse una hora esperando para probarse "trapos" y perder su tiempo en eso.
¡Me sentí muy orgullosa, digna hija de su madre, ya lo creo!

Ahora, en pleno enero, a cero grados, resulta que LA MODA dicta que se lleven las camisetas de manga cortísima... o tirantes... y los vaqueros rotos, pero rotos, vamos, de esos que las suegras criticaban tanto cuando tenían dos hilachas en el dobladillo... y como LA MODA lo ha decidido, pues todos a acatar sus órdenes como esponjoso rebañito de borregos baladores.
Y no creáis, si yo también piqué... pues claro, es que es tan contagioso, y te apetece tanto de pronto comprarte una de esas camisetas a la moda, y la ves tan glamourosa... que aquí tengo puesta una camiseta azul mediterráneo con un dibujo muy cuco, larguita, y debajo unas manguitas porque la deliciosa camiseta no las tiene y ME ESTOY CONGELANDO, pero, amigos, ¡a la moda!
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Una cosita sí he de confesar: ¡me sentí tan orgullosa de mi niña, de lo guapa que estaba con cuatro trapitos, de lo bien que lo ha hecho! Y es que ella también dejó de fumar a la vez que yo, y temíamos que engordara (yo he puesto dos p. kilos) porque eso de las hamburguesas, las pizzas y todas esas delicias engordantes, le encantan... pero la niña se puso a dieta a las dos semanas de dejar de fumar, y lo pasó mal, hasta de llorar de depresión porque es duro dejarlo todo a la vez... pero al final ha resultado que, en lugar de echarse kilos encima como hacemos todos al dejar el maldito tabaco, ella se los ha quitado y está estupenda, da gloria verla con sus veintiún añitos recién estrenados. Se probaba la ropa y bailoteaba, y yo me reía y le decía "eso sí", o "eso con el vaquero tal, o con la camiseta cual", y por ese lado ya lo creo que fue una mañana bonita, de madre e hija, lo que no habíamos tenido nunca en ese plan y ya era hora...

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Pero lo encontramos, le dijimos unos cuantos piropos cariñosos por estar ahí, tan chiquito él pero tan fiel, y nos dejamos caer dentro como sacos de patatas.
Y a casa...
Y en casa nos esperaban los chicos, felices por haberse librado de ir de tiendas y que se habían entretenido preparándonos muchas basuritas para comer, todas esas basuritas que engordan y que están tan requetebuenísimas. Y sucumbimos, vaya, pero con la promesa de que HOY, de verdad, empiezo la dieta (otra vez) y ya no la dejo, que no y que no, que para eso es enero y tengo que hacerme propósitos de Año Nuevo y cumplirlos al menos durante un mes... mejor dos... y sentirme orgullosa de mí, como me siento orgullosa de mi peque.
Así que hoy estoy a dieta, y mientras tanto MP se ha puesto a cocinar en la candela, con su ollita de barro y unos aromas que tiran de espaldas... y yo me consuelo con una copita de vino (muy light, de verdad) para engañar el paladar...
Pobre de mí, pobre de mí, pobre de mí...
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Así que hoy estoy a dieta, y mientras tanto MP se ha puesto a cocinar en la candela, con su ollita de barro y unos aromas que tiran de espaldas... y yo me consuelo con una copita de vino (muy light, de verdad) para engañar el paladar...
Pobre de mí, pobre de mí, pobre de mí...
La próxima entrada, ¡os hablaré de las ensaladas!