domingo, 22 de mayo de 2011

Amor, amor, aquel y aquella si ya no son ¿dónde se fueron? - P.Neruda


Últimamente estoy siempre triste. Sé que no debería estarlo, que aunque hace tres años que me despedí de ese trabajo que tanto me motivaba (la venta en el mercadillo, bohemio, estimulante, libre) después he recuperado las ganas de escribir, he escrito novelas para niños y para chicos, he escrito relatos en los que dejaba salir la cara oculta (incluso hace apenas un mes gané un primer premio con uno de esos relatos), las cosas no van geniales pero van, tengo a mi lado alguien que sé que me quiere aunque a veces me sienta muy sola… y tengo a mi hija, mi sol, mi estrella, y, aunque también la acucien los problemas económicos, al menos tiene un trabajo que le gusta (sólo dos días a la semana, por desgracia) y ha encontrado el amor. Sólo que… sufro por mil cosas, y ahora, además, sufro por alguien a quien yo quería mucho y ahora ha perdido ese amor que creía tener. Sé que la olvidará, sé que no eran el uno para el otro, pero cada vez que escucho una canción de amor –de desamor- los ojos se me llenan de lágrimas y el corazón se me estruja dentro del pecho. No debería dolerme tanto que la vida siga, que perdamos a unos y encontremos a otros, sé que cada nuevo amor renueva la ilusión, pero… supongo que me educaron a la antigua, y en mis padres comprobé que sí existe el amor eterno, y yo lo perdí, aunque haya encontrado otro, y ellos lo han perdido, y cuando entro en su blog, y leo “te necesito hasta para que me sepa a café el café de las mañanas”, se me cierra la garganta porque el café sigue sabiendo a café, y quizá más delicioso, lo compartas con quien lo compartas. Sé que es positivo caminar hacia adelante, saber cerrar las puertas y no mirar atrás, yo misma lo hice y estoy contenta, pero ¿dónde están, ahora, aquellos enamorados que ya no son? ¿Por qué muere el amor así, a lo tonto, por qué las caricias van quedando en esbozos, por qué los besos mueren en la boca sin volar a otros labios? ¿Cuánto sufrimiento ha pasado ella hasta decir “basta, no puedo más, se acabó”, y cuánto dolor ha sentido él mientras veía que todo se le escapaba, que no podía hacer nada, que era tarde?
Ahora otro amor la hace sonreír, y yo estoy contenta al verlos, y pienso que tal vez “estaba escrito”, y rezo porque sean siempre tan felices como ahora. Pero… me da miedo pensar que, tal vez, la vida siga girando, siempre en círculos, repitiendo la historia y aquí estoy yo, la tonta que llora por ellos aunque ellos ya no lloren, porque he atesorado demasiadas poesías tristes en mi vida, he memorizado demasiadas canciones que ahora me asaltan sin querer, cuando me quedo a solas con mis pensamientos, cuando me pongo a limpiar, o a fregar los platos, o me meto en la ducha, y por eso ahora leo libros sin enterarme, veo películas perdiendo el hilo, y busco blogs por la red, porque, como Bécquer, “tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas”.
No quería escribir cosas personales en este blog, pero al fin y al cabo no lo lee nadie, y además no importa, a veces es necesario decir lo que se siente, y llorar, y después comprender, sonreír… y volver a empezar.
Ahora voy a poner una canción de Aute que me dolía siempre al escucharla, incluso cuando no había ocurrido lo que ha ocurrido. Siempre hay una canción, o un poema, que lo dicen todo y parece escritos para el momento exacto. Se la dedico a alguien que quizá (ojalá) ya no esté sufriendo, pero que ha llorado, y se ha preguntado: “¿por qué ha tenido que pasarme esto a mí, con lo que yo la quería?”.
Y tú, que sí lo leerás, perdóname pero necesitaba expresar un poco lo que siento. Sabes que soy feliz si tú eres feliz, que os quiero a los dos y os deseo que este sueño dure para siempre, sólo que me duelen los adioses y siempre llevo dentro la nostalgia de lo que fue y ya no es. Pero también, sí, prefiero sufrir a odiar.    

                                                                         
SIENTO QUE TE ESTOY PERDIENDO
Desde hace algún tiempo te siento distinta,
no sé qué será pero no eres la misma,
observo en tus ojos miradas
que esquivan la mía,
cansada de tanto buscar tus pupilas
pidiendo respuestas a cada por qué,
pero adivino en ti
algo que empieza a huir
y no quiero entender
cuando un presentimiento no crea razón,
sólo infunde terror.

Siento que te estoy perdiendo...
perdiéndote.


Y con monosílabos adormecidos
pretendes decir que dialogas conmigo,
tus gestos son más elocuentes,
al menos son signos
de tu indiferencia por todo lo mío
y más si mi afán es hacerte feliz;
qué fue lo que pasó,
dónde estuvo el error
que no pude impedir
aunque sé que no es fácil decir la verdad
no la digas jamás.

Mis labios no encuentran tu beso oportuno,
ni encuentra mi cuerpo en tu cuerpo refugio,
tan sólo pasivo abandono,
distante desnudo
que entregas como algo que no fuera
tuyo,
dejándote hacer en ausente actitud;
qué mortal desazón
es hacerte el amor
cuando ya no eres tú.
No quisiera saber, cuando sueles llorar,
en qué brazos estás.
                                Luís Eduardo Aute

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