miércoles, 28 de septiembre de 2011

  Estos versos de hoy no deberían necesitar presentación jamás. Son los versos eternos que todos conocemos: Puedo escribir los versos más tristes esta noche... Pero últimamente he constatado que, quizá porque todos los considerábamos eternos y archiconocidos, hay mucha, mucha más gente de la que se podría esperar -sobre todo jóvenes, a los que parece que ya se les deja de lado en ciertas cosas y nadie se molesta en enseñarles lo que antes a todos nos enseñaban desde primaria- que no los habían leído nunca, y que al conocerlos por primera vez sienten... pues lo que todos hemos sentido, lo que creo que es imposible no sentir.
   Y una advertencia: la imagen es un power point, el primero que hice en mi vida (bueno, sólo he hecho tres), hay cientos del mismo poema en You Tube, pero yo también necesitaba hacer uno personal, en homenaje a un poeta que me llegó al alma cuando empecé a leerlo, en octavo de EGB, fijaos si ha llovido desde entonces.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda

                              

jueves, 22 de septiembre de 2011

VACACIONES CON M.P. II

  Estábamos en la inconcebible situación de que, para bañarnos, tendríamos que dejar al coche allí aparcado, solito y abandonado, mira que si alguien lo encuentra tentador...
  (El Ibiza tiene unos doce añitos, pero nunca se sabe...)
   -Mejor dejo aquí el monedero y el móvil -comento.
   -¡En el coche no dejes nada de valor!
   -¿No? Entonces, ¿me lo llevo? Vale, pero luego no te pongas a cavar un hoyo en la arena -lo hizo la última vez, para esconderlo todo.
   -No, si no vamos a dejar solas las cosas.
   -¿Qué?
   -Nos bañaremos por separado.
   ¡Qué romántico! Venimos a pasar una tarde de playa y nos tenemos que bañar por separado. Si lo sé, me traigo a la niña.
   Ya estoy con la sombrilla, la bolsa de las toallas y el bolso colgados del hombro, esperando que él coja la nevera, pero antes es imprescindible que se coma dos yogures más.
   -Cari, en la bañera ya te comiste otros dos. ¿Cuántos has echado?
   -Unos cuantos, no te preocupes.
   ¡No me preocupo! ¡Me duele el hombro y me estoy asando como un pollo!
   -¿Vamos? -sugiero dulcemente.
   -Espera, que no he cerrado la puerta de atrás.
   -Sí la has cerrado.
   -No, no.
   -Yo te he visto -mientras lo digo ha vuelto a comprobar las cuatro puertas y el maletero. Aún se detiene tres metros más allá.
   -¿Seguro que no te olvidas de nada?
   -Seguro.
   -Mira que está lejos para volver.
   -¡Cariño, que sólo vamos a darnos un baño, qué quieres que se me olvide!
   -Vale, vale: ¿ves como estás rara?
   Qué cruz.
   Mazagón es una playa genial. Hay una enorme extensión de arena fina, la gente esparcida, sin apelotonamientos, la mar está serena como un plato, se puede avanzar y avanzar sin que dejes de hacer pie... Se te pasan todos los malos rollos nada más respirar esa brisa con sabor a sal y arena.
   -Vamos más abajo.
   -Pero la marea está baja, pronto subirá.
   -A mí siempre me ha gustado la arena húmeda, la seca es agobiante, cuando suba la marea nos vamos para atrás un poco.
   (Sólo un apunte: cinco veces, ¡cinco! tuvimos que echar atrás sombrilla, nevera, toallas, chanclas, bolso y libro. Pero como yo ya me limitaba a llevar mi toalla y mi bolso, no me quejo: hasta llegó a ser divertido. M.P. es un latazo pero luego casi todo lo hace sin quejarse, tiene su cara y su cruz).
   Por supuesto, me bañé sola cien veces. La playa, a mí, me estresa, porque cuando llevo un rato en el agua ya estoy deseando echarme en la toalla y fumarme un pitillo; pero antes de acabarlo ya me digo: ¿qué hago aquí, si tengo que aprovechar el agua, con lo buena que está y que ya seguramente no volveremos hasta el año que viene? Y otra vez al agua, patos. Y otra vez me encuentro tiritando y mirando la toalla con amor. Y así hasta el infinito y más allá.
   Mientras M.P. come yogures, tortilla, kit kat... yo bebo cerveza porque se van a calentar enseguida. Cuando quiero comerme mi ensalada resulta que está debajo de todo, así que esa es la excusa perfecta para abrir la lata de paté: a freír monos la dieta. Está buenísimo. Como una famélica, me la como directamente con una cucharita, así no me engordará tanto como con pan. Luego el estómago me molesta toda la tarde, por bruta.
   M.P. pasa el rato comiendo y recogiendo conchitas, a partes iguales. Pasa un senegalés cargado de pulseras, me ve sola, me dice guapísima y se para.
   -No puedo comprar, gracias -le digo.
   -Yo regala para ti -me contesta.
   Me acojono.
   -No, que viene mi marido y me la lía.
   -Ah, tú tiene marido. Vale -y se va. ¿Tengo marido? Sí, pero está cogiendo conchitas y yo aquí sola y expuesta a que me liguen.
   Qué romántico.
   Finalmente, en homenaje a la Maripili, hago yo sola la ballenita largo rato en la orilla, feliz, con lo que consigo achicharrarme las piernas y la espalda, pero me lo paso bien. Echo mucho de menos a mi niña, la playa sin ella no es lo mismo.
   Y regresamos, quemados como cangrejos y yo soñando con una ducha y pasear por mi Niebla. Al salir de Mazagón, M.P. se detiene en una gasolinera para llenar el depósito por segunda vez "por ver cuánto hemos gastado hasta aquí". Después se para en otra para comprobar que la rueda de repuesto sigue intacta (la había comprobado hacía seis días, cuando pasamos la itv, pero "por si acaso"...).
   En la puerta del hostal, de nuevo cargada con bolso y mochila, M.P. se pone a abrir el capó.
   -¿Pasa algo? -me preocupo.
   -Voy a quitarle una pieza, para que no se lo puedan llevar. Acuérdate, si mañana no arranca.
   Claro, justo en el parking del hostal van a ponerse a hacerle el puente al Ibiza. Los ladrones lo hacen por deporte.
   -Cariño, estoy quemada y esto pesa.
   -Pues si bajamos mañana y no está el coche, verás como pesa más.
   -¿Mañana? ¿Como que mañana? ¿No vamos a ir a Niebla?
   -Si casi es de noche... ya vamos mañana y echamos allí el día. No me gusta conducir de noche en sitios desconocidos, ¿y si nos quedamos tirados, qué hacemos?
   -¡Yo quería choquitos fritos para cenar!
   -Aquí también habrá, si estamos al lado de Huelva.
   ¡Yo quería ir a Niebla! ¡Llevo todo el día al lado y no hemos ido! ¡No puedo estar al lado de mi pueblo y no ir! Me dan ganas de llorar, subimos, me tiro en la cama y me enfado.
   Pero M.P. se está bañando otra vez, cantando y comiendo yogures, y le importa un pimiento que yo me enfurruñe.
   Cuando acaba, yo ya me he quedado dormida con toda la sal pegada al cuerpo y los pelos más rizados que una afroamericana con permanente.
   Él se sienta muy despacito a mi lado, para no despertarme. Pero me despierta el ruido de la cucharita rebañando el enésimo yogur.


   

lunes, 19 de septiembre de 2011

VACACIONES CON M.P. (léase Míster Paranoias) I

(Esta entrada la escribí a la antigua, con boli y cuaderno, en los días en que estaba tristemente incomunicada. Luego me daba una pereza transcribirla... pero me gusta llevar a cabo lo que me propongo, así que ahí va. La he dividido en dos partes, porque me enrollé más de lo que acostumbro, que ya es decir)
    Hemos cogido vacaciones. Bueno: una noche fuera de casa. Realmente lo propuse, sobre todo, para superar el síndrome de abstinencia de internet: ya que no podía seguir conectada, la solución perfecta era desconectar por completo.
   M.P. aceptó: en realidad, creo que no le dejé opción. Le dije:
   -Cariño, vámonos a Niebla y de camino nos damos un bañito en Mazagón. ¿Sí? ¿El miércoles? Volvemos el jueves, sólo un día, no hay problema, y comemos pescaíto frito. Andaaaaaa...
   -Vale, lo que tú digas. ¿El miércoles? ¡Qué bien!: ¡Niebla!
   No es recochineo: M.P. es genial para acatar mis planes con aplausos, lo juro.
   El martes, me dice:
   -Podríamos llevarnos unos tapes con esas ensaladas que haces tan buenas de huevo duro y atún...
   -Vale, así no rompo mucho la dieta -acepto, tan contenta.
   Al rato, M.P. vuelve:
   -¿Y si hacemos unas tortillas francesas? O de queso, mejor, para picar.
   -Vale. Y pan de molde, ya está. Por la noche cenaremos en Niebla.
   -¿Y para la playa? -(¿para dónde pensaba que iba a llevar lo demás?)-. Llévate una lata de paté y luego allí mismo compramos unos embutidos.
   -Cari, sólo va a ser un día. Bueno, lo que tú digas... si sobra lo traeremos a casa. (Claro que llegaría a cien grados).
   Por la mañana comprobé que en la nevera también tenían que coger cuatro botellas de agua congelada, una de Acuarius (que ha vuelto virgen), otra de Pepsi (ídem), té frío y mis latitas de cerveza. ¡Ah! Y no sé cuántos yogures, porque se ha pasado comiendo yogur las treinta horas y todavía han vuelto tres. Misterios.
   Así que dejé que llenara él la nevera y me dediqué a la ropa, las toallas, las cosas de aseo, el lápiz de ojos, las pinzas de depilar, el after sun, la crema del pelo, unas plataformas de verano, las chanclas, el vestido rojo por si el azul se estropeaba inesperadamente... Además, hice unos cien cigarrillos (los lío con máquina porque sale cuatro veces más económico que comprar tabaco liado), pero "por si pasa algo" cargué también con la máquina, la paleta, cien gramos de tabaco y unos cincuenta tubos.
  (Al poner esto  estoy pensando que la verdad es que soy la digna pareja de M.P.)
  Todo iba apuntadito en una lista de la que iba tachando a medida que metía más y más cosas en la mochila, pero también me cupo todo y sobró sitio. Estas vacaciones empezaron con El Misterio De La Capacidad Infinita de mis bártulos, sería buena idea patentarlos.
   La noche del martes, M.P. me dice:
   -La tele la voy a esconder detrás de tus cosas, con la estantería tuya delante.
   -¿Decías...?
   -Bueno, si entran, se van a llevar lo que valga algo.
   -Cariño, si entrase alguien tendría que hacerlo saltando por el gallinero, ¿cómo van a salir con la tele a cuestas? -he de advertir que la tele la compramos hace dos meses y es la niña de sus ojos... y de los míos, porque llevo desde los veinte años con 14 pulgadas y ésta es de 32. Disfrutamos de los documentales de la 2 como los niños de mi generación cuando iban por primera vez al cine.
   -Tú, déjame, que si volvemos y nos encontramos sin la tele, ya verás. ¡Ah! Y el ordenador ¿dónde lo vas a esconder?
   Ay, Dios.
   -Ya lo pensaré, total, cabe en un bolsillo.
   Por la mañana lo metí debajo de un cojín, dejé encima los dos o tres libros que siempre tengo a retortero en el sofá del cuarto de los chicos, y M.P. vino a criticar:
   -Ahí van a mirar enseguida.
   No comment.
   Por entretenerse, también prepara trampas aquí y allá, que si pisas aquí suena la cadena, que si aquí tropieza y se estampa contra el suelo... Además, los perros ladran, las gallinas cacarean, los vecinos están pared con pared a derecha e izquierda, y... ¡joder! ¡que somos pobres, que mi furgoneta tiene veinticinco años y mis vaqueros piratas son los de antes de que me separara de mi ex, que si entran a robarnos yo creo que al final nos dejan alguna propinilla!
   Bueno: ya estamos en el coche. Es decir: yo estoy en el coche; M.P. ha vuelto -por tercera vez- a abrir con llave la casa para comprobar que todo esté apagado, cerrado y escondido. Luego me dice que si fumo mucho. ¡Casi me como el pitillo para no decir: vengaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
   ¡Y aún puedo felicitarme porque no nos hemos vuelto desde la gasolinera para comprobar si apagué el ventilador!
   
   El viaje va muy bien; dos o tres veces me pregunta qué me pasa, porque al parecer estoy un poco rara desde ayer. No voy dando botes y charlando como una posesa, simplemente estoy emocionada porque vamos a Niebla, y Niebla es para mí mucho más que el pueblo donde me crié. Eso... no lo puedo explicar, y no sé si es fácil de comprender.
  -Espero que no vengan ratas -dice de pronto M.P.
      -¿Ratas? -me va a dar algo-. Pero, ¿por qué? ¿Cuándo?
      -Es que les he dejado a las gallinas el contenedor de trigo abierto... y a los perros les he echado pienso en un bidón, por si tienen hambre.
   Genial: si decidimos quedarnos un par de años en Niebla, los perros y las gallinas no tendrán ni el problema de la soledad. Pueden montar una fiesta para ratas, gatos y todo tipo de bichos. Y nos vamos por un día. Un día. ¡¡Un día!!
   
   Tres horas después, pasamos por el desvío para Niebla. Ayer supe que el hostal donde siempre paramos ha cerrado, y tenemos que pernoctar en San Juan Del Puerto, a quince kilómetros. Veo Niebla de lejos y el pecho me duele de la emoción.




      Mi plan era llegar al hostal, soltar las cosas y tirar para Huelva, a coger la canoa de Punta Umbría. Pero cuando M.P. ve la bañera que nos ha correspondido, decide inmediatamente darse un baño y chapotear feliz en el agua. Yo consulto el reloj con disimulo: si no nos vamos YA, tendremos que esperar después dos horas al siguiente barquito... pero no quiero presionarle. ¡Pero ya estoy impaciente! ¡Sal de la bañera, por Dios!
  -Cariño, no nos va a dar tiempo a coger el barquito -digo, muy comedida.
   Inmediatamente, el patito se convierte en oso, y gruñe:
   -Buf, cari, barquito, barquito... ¿Es imprescindible coger el barco? Ya sabemos cómo es, cogimos el de Cádiz el año pasado, no es ninguna novedad.
   No me lo puedo creer: cuando me diga de hacer otro tipo de cosas, le voy a contestar igual: ¡ya sabemos cómo es! ¡No es ninguna novedad!
   -Pero... yo-quería-venir-aquí-para-coger-el-bar...qui...to... -casi lo silabeo para no chillar.
   -Mira que te lo iba a decir anoche, tendría que habértelo dicho. Eso de tener que ir sin conocer Huelva, preguntando, me va a estresar. Yo prefiero ir a tiro hecho.
   ¡Claro! ¡Y yo, y cualquiera que conduzca! Pero ¿por-qué-no-lo-dijo-anoche? ¡¡¡¿¿¿POR QUÉ???!!!
   No quiero aguar la fiesta, odio salir de casa y encima ir disgustados. Me callo. Me estreso YO, pero me callo. ¡Soy demasiado pacífica!
   Además, si tuviera que conducir yo, la verdad, lo comprendo: ni me lo plantearía, en la ciudad me siento como una hormiguita en plena jungla rodeada de animales grandes y salvajes.
   -Entonces, ¿qué hacemos?
   -Vámonos a la playa.
   -Vaaaaaale.
   Pero aun así, tengo que escuchar sus excusas, disculpas y finalmente, ataques (se supone que para que yo no me cabree) durante media hora. Me siento acosada.
   -¡Vámonos ya, sal de esa bañera! -tengo que gritar al fin.
   Y nos vamos a la playa, para lo cual también hay que ir mirando direcciones rotonda por rotonda, pero bueno, al fin, divisamos el mar.
    Y ahora... hay que dejar el coche solito y abandonado.


 
(Ahora, releyéndolo, no me parece tan estresante como lo era en realidad; la bruja parezco yo. Pero que conste que no fue así. Y ya otro día os cuento el resto, que es un poco más cortito: la tarde de playa)

sábado, 17 de septiembre de 2011

 

 Premio-test, que siempre es más divertido. Me lo ha dado mi pequeña vampirita Dawa, y como también se lo ha dado a Diosa Lobezna, a Princesa o demonio y a Jo March, y por otro lado lo han recibido OnasisAdelMiguel... bueno, que la cosa está complicada, y que voy a apresurarme a darlo, y espero que todavía no lo tengan, porque a este paso el premio-test va a recorrer el mundo bloggero en cero coma dos.
Tampoco se lo quiero dar a los que no suelen ponerlo, porque es como bloquearlo, dejarlo morir... espero que quienes lo reciban entren en el juego y lo pongan, si os da pereza... pues contra pereza, diligencia, que bastante pereza me da a mí, nada más que poner los enlaces ya me agota porque a veces el blog tiene un nombre que no se parece gran cosa a la dirección y todos esos rollos, pero me aguanto y los voy probando uno a uno, así que no vale esa excusa.
 En principio hay que contestar a una serie de preguntas antes de repartir el premio. Por algún lado he leído que hay que dar... ¡siete! respuestas a cada pregunta, pero como sólo lo he visto en un blog, me niego a creérmelo. Una, dos... por favor... si no, siempre se te queda alguna en el tintero, así que para muestra basta un botón. 
 Al ataque:
  Aficiones:
   (bueno, aquí sí pueden ser seis, siete, ochenta y tres, en fin, las que queráis):
  Leer, escribir, los blogs, cocinar cosas raras, bailar en plan pachangueo, ver series ("La Huesos", "Mentes Criminales"...), soñar...
   Un sueño que hayas cumplido:
   Ver publicada la novela que escribí para mi niña: Su Mirada Azul Escondía Un Misterio.
   Color favorito:
   Violeta clarito, pistacho, azul luminoso.
   Comida favorita:
   Buscando, buscando, he descubierto que mi comida favorita es el cocido, blanquito, con cardos, zanahorias, judías verdes y deliciosos garbanzos. 
  También me encanta la comida china, las patatas fritas con huevos, el pollo asado en casa con cebollas y patatas, las patatas con carne que hacía mi madre, la sopa de ajo de mi padre... No soy nada delicada para las comidas, y al final pondría muchas más de siete.
   Cantante o grupo favorito:
   Amaral, Meccano, El Canto Del Loco, Arrebato, Luís Eduardo Aute, MClan, La Quinta Estación, muchos más, canciones sueltas sobre todo.
   Un libro:
   Matar A Un Ruiseñor, mi lectura favorita desde hace muchos años. También adoro Lo Que El Viento Se Llevó, Los Que Vivimos, la mayoría de Ágatha Christie, los entrañables de Don Camilo, la saga Ana De Las Tejas Verdes, la de Emily De La Luna Nueva, Los Renglones Torcidos De Dios, los de Jane Austen, de las hermanas Brontë (Anne me gusta mucho aunque sea demasiado moralista), hay tantos y tantos que es imposible recordarlos.
   Una película:
   La primera, Rebelión En Las Aulas II; también La Fiera De Mi Niña, Adivina Quién Viene A Cenar, La Extraña Pareja, Irma La Dulce, varias de Hitchkoock, Algunos Hombres Buenos, Mejor Imposible, Ponte En Mi Lugar, Intercambio De Mamás (si alguien tiene ésta última le agradecería que me dijera cómo conseguirla, la veía con mi niña hace años y la perdimos, era tan inocente, y todo acababa bien, me encanta), La Bella Y La Bestia (me aprendí todas las canciones para cantárselas a mi peque)... 

   Nunca digas "de este agua no he de beber", porque en vez de siete ya seguiría y pondría setecientos, y yo que pensaba que no iba a encontrar tantas cosas "favoritas".

  Y ahora, los amigos a los que les paso este premio-test:

   Lenn
   Víbora
   Kebran
   Dynara
   Carol
   Alma

   y a otro amigo que necesita un poco más de presentación, y lo voy a hacer en pocas palabras: es el blog de Pelayo, se llama "Sentimientos Iliplenses" y para los que no lo sepáis (y ninguno tenéis por qué saberlo), Ilipla es Niebla, mi querido pueblo que a veces os he nombrado y que siempre va en mi corazón.
  Pelayo llegó a mi blog por casualidad, porque estaba buscando en google cosas de mi padre y eso lo remitió a "desde mi niebla" y a mí. Fuimos compañeros de clase hace 32 años, cuando acabamos la EGB yo me fui a vivir a Córdoba y no volví a verlo, pero sí supe que se casó con una de mis mejores amigas de la infancia.
  Si queréis saber cómo fue exactamente el reencuentro, podéis pasaros por los comentarios a la entrada "Nombres raros", del 8 de agosto. El penúltimo es el suyo... el último, mi respuesta. Después fui a su blog, le dije, él me dijo, reencontré a otro amigo también de la infancia, él ha vuelto a mis últimas entradas, yo seguiré siempre yendo a las suyas, y, entre otras cosas, hace el comentario de que "para los niños que eran entonces, tú sí estabas loca", cosa que ya sabéis todos porque lo he dicho aquí alguna vez. Una prueba más... no de que esté loca (¡hombre, y si lo estoy no lo reconoceré de momento!) sino de la opinión generalizada.
 Bueno, es un poco broma... pero sí he querido hablar un poquito de este blog por si os apetece pasaros y echar un vistazo, hay mucha historia y también cosas más típicas, no creo que os aburra. Y a los que os gusten los relatos breves, en las etiquetas "Cristina" podéis encontrar dos, escritos por una chica de 1º de Bachiller, que son dignos de la mejor pluma. Leedlos, no lo dejéis, os encantarán.
  Y ahora ya sí, acabo mi entrada del Premio-Test, y perdonad si en los próximos días actualizo poco, ¡estoy tan cansadita cuando llego a casa! Y encima sueño con niños, no me bastan las horas de trabajo sino que cuando cierro los ojos estoy viendo sus caritas, escuchando sus voces, sonriéndoles, cambiando pañales... es algo que siempre me pasa con todo lo que hago, me llevo el trabajo a la cama, por lo visto.
  Pero sigo muy contenta con mi guardería y mis pequeñuelos, es una aventura diaria.



  


martes, 13 de septiembre de 2011

HARTA DE SER EL GATO VERDE... HARTA DE GATOS PARDOS.

  El sábado, como no trabajaba, fui a la plaza a comprar algunas cosillas. En el puesto de la carne:
 -¿Cómo te va en la guardería, Jana?
  -Genial, nena, ¡estoy de contenta! Los niños son... (bla-bla-bla, bla-bla-bla, yo flipando con mis peques).
   -Pues, chica, no sabes cuánto me alegro; y no sólo por el trabajo, sino también porque te conozcan bien las madres.
 Mi cara decía: ¿qué quieres decir con eso? Y la carnicera siguió:
   -¿Te hablo claro? ¿Quieres que te hable claro?
   ¿No os da pánico cuando alguien os dice "te voy a hablar claro"? Nunca es para decirte qué guapa soy, qué tipo tengo, vamos, eso seguro. Pero ya que la piedrecita ha removido las aguas, tampoco me gusta decir: "no, cállate que ojos que no ven corazón que no siente".
   -Pues sí -le insté.
   -Pues mira, hija, tú sabes cómo es la gente, y yo lo que quiero es que te conozcan bien, que sepan cómo eres, porque cuántas veces has estado aquí charlando conmigo, y cuando te has ido yo he comentado: "qué encanto de niña" -(fueron sus palabras exactas, eh, no me echo flores, aunque, claro, no sé si realmente ha dicho esas palabras sobre mí de verdad)- y a veces alguna ha saltado: "huy, no te creas, las apariencias engañan..."
   ¡Ea! Preguntada respecto a qué querían decir con que "las apariencias engañaban", ya sólo me dijo que "no hay esto ni lo otro, que dicen que tienes tu mundo, que eres más rara que un gato verde, que vas a tus cosas..."
   Es verdad que no suelo subir al banquito de arriba de mi calle a pasarme la tarde de chismorreo, y que cuando en alguna tienda me dicen algo de alguien suelo decir: "¿y qué?", en lugar de escandalizarme o tragarme lo que me dicen con fruición. Soy rara. De acuerdo. Pero ¿peor? Pues mira por dónde: no lo creo, y ya no me siento acomplejada, y si me miran mal por no saber seguirles ese rollo, pues me alegro mucho. 
  Pero os confieso que el finde lo pasé un poco rallada por ese tema. Me decía: "bueno, los niños me quieren y yo les quiero a ellos, eso es lo que importa", pero las palabras de la carnicera me volvían a la mente: ¿te hablo claro?
  Para esos temas... oye, pues... prefiero que no me hablen, ni claro ni oscuro. ¿Me sirvió de algo? Sólo para dañarme. ¿Quería decir algo? Pues, no: nada, en realidad. ¿Entonces...?
   ¡¡¡Odio los pueblos!!!

  Así que me consolé recordando un par de canciones que me gustaría dedicar a aquellos de mis paisanos que van sembrando chismes sin conocer de qué hablan, sin otra base que el "me han dicho que dijeron que habían oído que tal había visto..." y se entretienen puteando a todo el que no sea como ellos, o sea: chismosos,  con mala intención, cotillas y además cobardes y traicioneros, porque ¡siempre esperan a que te vayas para clavarte el puñal por la espalda!



                                                                     LA MALA REPUTACIÓN
                                                             En mi pueblo, sin pretensión                                                                          
tengo mala reputación.
Haga lo que haga es igual 
todo lo consideran mal. 

Yo no pienso, pues, hacer ningún daño 
queriendo vivir fuera del rebaño. 
No, a la gente no gusta que 
uno tenga su propia fe. 

Todos, todos me miran mal, 
salvo los ciegos, es natural. 

En la fiesta nacional 
yo me quedo en la cama igual, 
que la música militar 
nunca me supo levantar. 

En el mundo, pues, no hay mayor pecado 
que el de no seguir al abanderado. 
No, a la gente no gusta que 
uno tenga su propia fe. 

Todos me muestran con el dedo, 
salvo los mancos, quiero y no puedo. 

Si en la calle corre un ladrón 
y a la zaga va un ricachón,
zancadilla pongo al señor 
y aplastado el perseguidor. 

Esto sí que sí, que será una lata 
siempre tengo yo que meter la pata.

No, a la gente no gusta que 
uno tenga su propia fe. 
No, a la gente no gusta que 
uno tenga su propia fe. 

Todos tras de mí a correr, 
salvo a los cojos, es de creer.
                                                                      Loquillo y Los Trogloditas



A QUIÉN LE IMPORTA
                                                                                                                                                                          
La gente me señala,
me apuntan con el dedo,
susurra a mis espaldas 
y a mi me importa un bledo. 
Qué más me da 
si soy distinta a ellos: 
no soy de nadie, 
no tengo dueño.

Yo sé que me critican, 
me consta que me odian, 
la envidia les corroe, 
mi vida les agobia. 
¿Porque será? 
Yo no tengo la culpa:
mi circunstancia les insultan. 

Mi destino es el que yo decido, 
el que yo elijo para mi

¿A quién le importa lo que yo haga? 
¿A quién le importa lo que yo diga? 
Yo soy asi, y asi seguiré,¡ nunca cambiare! 
¿A quién le importa lo que yo haga? 
¿A quién le importa lo que yo diga? 
yo soy asi, y asi seguiré, nunca cambiaré. 

Quiza la culpa es mia 
por no seguir la norma, 
ya es demasiado tarde 
para cambiar ahora. 

Me mantendré 
firme en mis convicciones, 
reforzaré mis posiciones. 

Mi destino es el que yo decido, 
el que yo elijo para mi.
 
¿A quién le importa lo que yo haga? 
¿A quién le importa lo que yo diga? 
Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.
Alaska
                                                                 

sábado, 10 de septiembre de 2011

  He echado un vistacillo a mi blog y descubro que últimamente sólo os cuento mis penas, alegrías y cabreos, pero la poesía la tengo abandonadita, así que voy a copiar una de cuando me sentía "desde abajo pero mirando a las estrellas", o sea, hundida en la negra miseria pero soñando siempre que saldría de aquel negro pozo... como así fue, porque todo -malo y también bueno- tiene su final.
  No es mi mejor poesía, ya lo sé, pero expresa lo que sentía y recuerda lo que viví en aquella época de la que no me río porque recuerdo lo mucho que sufrí, pero que quedó tan atrás que me hace preguntarme: ¿estaba tonta perdida?


UNA HISTORIA DE AMOR

Es cierto que te quise para mí
apenas entreverte, hace ya tanto:
sin conocerte ni escuchar tu voz
te vi y pensé: “un día estaré en tus brazos”.

¡Cuántas dudas, temores, retrocesos!
Buscaste entre las sombras mi contacto.
Viniste a mí, me hablaste de tu vida,
te sonreí… fue todo paso a paso.

Fui tu “amiga del alma” inesperada.
Cuando llegaba yo, siempre venías,
y juntos, desgranamos un invierno.
Llegó la primavera… te perdía.

Pero seguí cerquita, siempre ahí.
Tú besabas a otra y me mirabas.
Yo lloraba en mi alcoba por las noches,
mas continuaba la amistad del alma.

Las noches de verano te trajeron
a mi casa primero, y a mi boca.
Me besaste sin yo querer, lo sabes,
pero te amaba, y ya… me volví loca.

Fui tuya tantas veces, fuiste mío.
Te di todo, me diste a cambio algo…
He llorado después mucho por ti,
pero no puedo odiar nuestro verano.

Llegó el otoño; flores que volaban.
Venías a mí, te ibas y volvías.
seguí sufriendo por tu amor esquivo;
llegó el invierno, y sufro todavía.

Pero retorna ya la primavera
y en tus ojos me pierdo por no verte.
Puedes irte, lo sabes, mas regresas,
y volverás, amor. Volverás siempre.
                            
                                            Jana

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡¡¡POR FIN TENGO INTERNET!!! ¡¡¡SÍÍÍÍÍÍ!!!

 ¡No me lo puedo creer! Después de pasarme días colgada del teléfono pidiendo por fa por fa que me lo solucionaran YA, esta tarde me he levantado medio zombi, he cambiado el ruter de donde me lo instalaron a la roseta de la entrada de casa y... ¡voilà! ¡Lo tengo! ¡Ya! ¡Toy feliz!
  Tengo escrita (a mano y en un cuaderno) una entradita que tendré que partir en dos para contaros mis minivacaciones, pero no puedo volver, hala, como si nada, después de tres semanas de ir de aquí para allá, a la Biblio, a Guadalinfo, intentando conectarme y teniendo que irme a casita sin apenas poder ni mirar vuestros blogs, sin poder contestaros a vuestras palabras de ánimo, ay, cuánto lo echaba todo de menos... hoy es MI DÍA.
  Y también voy a haceros partícipes de algo que me ha hecho súper feliz... no quería decir nada hasta el lunes, porque oficialmente ése es el día en que se cumplen los días de prueba, no sea que al final me manden de vuelta a casa... espero, por favor, que no, creo que lo estoy haciendo bien: ¡me han llamado para trabajar en la guardería del pueblo! ¡Llevo desde el miércoles pasado, y es lo más bonito del mundo!
  Hace muchos, muchos años (tenía 18) estudié Técnico Auxiliar de Jardines de Infancia. No hice los cinco años para ser Técnico Especialista por las locuras de la edad, mi novio (ahora mi ex) quería trabajar a toda costa, nos salió trabajo en Gerona, nos fuimos y mis estudios perdieron totalmente la importancia para mí frente al amor. No es que ahora me lo reproche amargamente, porque en su momento hice lo que me pareció correcto y luego cuando empecé a vender, como creo que sabéis, en los mercadillos, me lo pasé pipa durante dieciocho años, con mi puesto ambulante y mi furgo, me sentía bohemia, aventurera, y adoraba estar en la calle, con frío, calor, lluvia o lo que viniese, ir a comprar y elegir cosas que pudieran gustar a mis clientes, charlar con los compañeros, ¡todo! Pero ahora llevo (¡llevaba!) ya tres años parada, excepto los quince famosos días en que me sacaron "al paro" a barrer el pueblo (que también fue divertido, la verdad),y ya iba sintiéndome vieja. Sólo mi blog y vuestros blogs llenaban mis horas... nunca dejaré de agradecéroslo. Pero ahora también llenan mis mañanas más de cuarenta bebelines de entre tres meses y tres añitos. Y son adorables, dulces, preciosos, redonditos, tiernos, inocentes, confiados...
 ¡ay, si vierais qué feliz me siento cogiéndolos, dándoles besitos, jugando con ellos, cambiándoles los pañalitos, es la caña! Creo que lo estoy haciendo bien, aunque antes de empezar pasé unos días de incertidumbre fatales (y es que soy más negativa que el culo de una pila, como dice mi pequeña vampirita Dawa); al menos me hablan de "para Navidad", "para el verano", o sea, no "si sigues aquí harás esto o aquello", así que me permito conservar la esperanza de que cuando acaben los días de prueba sigan contando conmigo. Si no... os lloraré, lo sé, pero os tengo ahí y sé que puedo contar con vosotros y eso me hace sentir muy consolada.
 Espero ponerme pronto al día con vuestros blogs; ya no tengo tanto tiempo para acostarme a las tantas leyendo aquí y allí, pero poquito a poco iré leyendo cada entrada que me haya perdido; tal vez no os pueda comentar en todas, pero las leeré, prometidísimo.
  Y nada más. Ya tengo mi Internet (somos súper adictos, ¿eh?) y mi vida ha cambiado para bien en estos días de alejamiento, ¡y no podía venir corriendo a contarlo, qué horror! Y ahora me voy a pasear por blogs y blogs, sí, estoy hasta un poquillo nerviosa... y encima mañana es fiesta en el pueblo, no trabajo, así que podré tragar páginas aquí... y el viernes sí trabajo pero por la noche es el GUATEQUE, un fiestón en el que toda la música es de los años 60, 70 y 80, y yo, carroza total, espero, como cada año, bailar hasta que los pies me sostengan. Y seguramente habrá en la plaza niños que vendrán a decirme "hola, seño..." ¡y ya los conozco a todos, y bailaré con ellos!
   ¡GUAY!

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Ana Vega Burgos
anavegaburgos,@hotmail.com