miércoles, 29 de junio de 2011

NO PUDO SER

   No tengo nada que decir: Córdoba NO capital cultural. Decepción, rabia, ganas de llorar, frustración... ¿a quién le importa? Sólo a nosotros, los cordobeses. Otra esperanza fallida, otra desilusión, ¡son tantas ya...! Se ha trabajado de firme, pero no voy a explicar nada: en el blog DE COLORES, de mi paisana Luisa, podéis leerlo todo, perfectamente detallado y expresado, yo no puedo añadir más que: ¡estoy furiosa! De todas formas: ¡enhorabuena a San Sebastián! Otra vez será, esperamos, pero ya no pondremos tanto corazón. O sí. El hombre es el único animal... etc.
   Me he sentido (mira por dónde) más identificada que nunca con la entrada de hace unos días: "Firmado: la Perdedora". Andalucía -y Córdoba y Jaén especialmente- es la Amiga Fea, la que trabaja duro y siempre se queda mirando cómo la otra le quita los novios. Y por eso voy a transcribir una poesía que escribí cuando tuve que irme -como tantos andaluces- a buscar trabajo lejos, a Gerona, con veinte años recién cumplidos y buscando hacer mi propio nido. Y la segunda, escrita en el coche, dos años después, cuando por fin volvíamos porque mi padre -siempre mi padre- nos había "averiguado" trabajo en Málaga. Nunca olvidaré ese viaje, con el R-12 cargado hasta los topes de cajas y mis veinticuatro plantas, una de ellas -la kentia- tan grande que me iba dando en el cuello todo el camino, haciéndome cosquillas.
   Nos pilló el crepúsculo pasando Albacete: carretera bordeada de olivos, olivos y más olivos; un pueblecito -creo que era El Jardín- todo color tierra, extraño, parecía sacado de un Belén... el sol que se ponía, deslumbrándonos, apenas veíamos la carretera.... y yo con mi cuaderno de cuadritos, tamaño folio (habré llenado más de cien y quizá hasta mil) y el bic cristal sin el que no me sale escribir, y llorando, pero de felicidad, de amor por mi tierra seca pero mía, mi Andalucía, mi querencia. Todavía se me llenan los ojos de lágrimas cuando la leo, porque puedo revivir toda aquella amalgama de sentimientos. ¡Si era la canción de José Luís Perales, la de "he vuelto a ser remero de la Plaza España", de Sevilla, y me daba tales llantinas que me tuvieron que esconder el disco para que no lo escuchara más!
   Ahí van, las dos. Creo que los que habéis tenido que salir de vuestra patria chica me comprenderéis.


NOSTALGIAS DE ANDALUCÍA

Campos de mi Andalucía,
verdes, pajizos, dormidos;
Sierra Morena y gitana,
hecha de noche y hechizos.

Ríos oscuros y trágicos,
aguas de fuego y cristal,
siempre pasando y pasando
pero siempre, ¡siempre "allá"!

Me han arrancado de ti, 
Andalucía de mi alma.
Sólo en sueños puedo verte.
Sólo en sueños te me alcanzas.

Llevo metida en la sangre
tu tierra roja y ardiente.
Buscan mis ojos amargos
tu presencia hermosa y fuerte.

Nada como Andalucía,
tierra que me vio nacer,
tierra que lleva en su tierra
mis lágrimas de mujer.

Aguas claras. Aguas turbias.
Cauces dormidos y rojos.
Lirios de la primavera
que añoran mis pobres ojos.

Seca, oprimida y cantando:
¡te quiero tal como eres!
Quisiera poder besarte
hasta el día de mi muerte.

Añoro el sol que te abrasa.
Añoro tus soledades.
La vida que en ti ha quedado...
La mía,  que ojalá quedase.

Me han arrancado de ti,
Andalucía adorada.
¡Pero nadie podrá nunca
arrancarte de mi alma!



EMOCIÓN DE LA VUELTA

Primavera... Amapolas
como sangre o como nieve,
almendros en flor, y tú:
¡mi tierra! ¡Mi tierra alegre!

Cantando por el camino,
besándote con los ojos...
¡Vuelvo a ti, mi Andalucía!
(Campos verdes... Polvo rojo...)

Pueblecitos de la sierra:
paredes blancas y flores.
El mar... cinturón azul...
¡Tengo hambre de tus colores!

Mis ojos están nublados,
¡pero esta vez no es un sueño!
Vuelvo a ti para quedarme,
para comulgar tu suelo.

Mi río Guadalquivir...
¡Ay, mis amigos! ¡Mi hogar!
¡Ay, este cielo andaluz
que huele a amor y a azahar!

Atrás quedaron las lágrimas,
las nostalgias, los recuerdos...
¿Delante...? Sólo mi tierra,
mi amor, mi más dulce sueño...

Quiero gritar fuerte, ¡fuerte!
Quiero a ti entera abrazarte.
¡Vengo a quedarme contigo!
¡VENGO A FUNDIRME EN TU SANGRE!

                                                         Jana

Y, sí: estoy llorando. No tengo remedio. ¡Pero en mi Andalucía!

domingo, 26 de junio de 2011

PARÍS, LA NUIT

 Venecia... Oh, Sole Mio… una góndola…  ¡Ay, cari, todavía no puedo creerlo! Aunque esperaba tu llamada (sin duda tú lo sabes) cuando sonó el móvil y reconocí tu número, el corazón me dio tal salto en el pecho que, ya ves, todavía estoy temblando. Sabía que hoy era el día pero, con tus despistes, casi no creía que pudieras recordarlo.
Tus despistes… tus famosos, increíbles despistes, ¡ay! Nos reíamos mucho, al principio, ¿te acuerdas?: cuando le pusiste al perro mis cereales y a mí me plantaste su pienso en la leche del desayuno… ¡puaj! Claro que Rocky no dejó ni una miguita, ¡como que eran de chocolate! Estuvo todo el día como una moto.
O cuando me curaste la rozadura del pie… Tú, con tu algodoncito, mimándome, pobrecita, cómo tiene que dolerle el dedito, cuánto le he hecho andar, qué bruto soy… Y de pronto, el olor. Y yo: cari, ¿qué me estás echando en el pie? ¡Que eso no es agua oxigenada, cari, que es acetona!
Pero, sí, has recordado el día: diecinueve de septiembre, tres meses sin vernos, sin saber nada el uno del otro. ¿Qué has hecho en este tiempo en el que yo nacía y moría día a día, noche a noche? Sabías que yo esperaba, ¿verdad? Que no iba a plantearme siquiera buscar a nadie más. Que tú eres único para mí.
Al principio me volví loca aprovechando todas mis horas, comiendo sólo cuando tenía hambre y quedándome las noches enteras sin dormir, leyendo, viendo la tele, a mi aire. Después… fui adaptándome a unos horarios más disciplinados. Sí, lejos de ti hice lo que tú me pedías siempre y que yo, como una niña tozuda, me declaraba incapaz de hacer.
He cambiado, he madurado, y ahora sí estoy preparada para una vida en común. Sólo me faltaba saber que tú también lo estabas, y tu llamada me lo ha demostrado.
Ayer tuve que coger el tren porque los nervios no me dejaban conducir. Después fui de tiendas. Me compré unos zapatos de tacón, rojos, y un camisoncito que no tapa nada. Estoy despampanante.
También reservé –como habíamos planeado- habitación en un hotel. Desde la ventana veo a lo lejos la silueta de la Torre, esta Torre que iba a ser testigo de nuestro reencuentro para ya nunca más separarnos.
Tú, yo, el amor… Tú, yo… ¡tus despistes!
No puedo creer que me estés esperando en Venecia… Pero, cari, ¡si habíamos quedado en París!
                                                                                               Jana

viernes, 24 de junio de 2011


DECEPCIÓN

Como pétalos rojos de una rosa
que el frío del otoño marchitó
va cayendo despacio, ante mis ojos
lo que ayer yo creí que en ti existió.

Yo escuché tus canciones, tus historias:
la lealtad, el honor… las mil palabras
que te aprendiste un día, y que repites
sin entender siquiera lo que hablas.

Cada golpe de viento va arrancando
una de tus leyendas bien urdidas.
Cada vuelta de tuerca me demuestra
que tienes lo que vales, en tu vida.

No merecías más, no lo ganaste.
Deja ya de llorar sobre tu tumba.
No hagas más daño, basta de lamentos;
levántate, si eres tan hombre, ¡y lucha!

No secaré tus lágrimas ya más.
No escucharé tu canto de bohemio.
La última bola gira y se detiene,
y sale el trece: fin de nuestro juego.

Ahora húndete si quieres, o resiste,
o nada hasta la orilla, o flota siempre.
Me da igual lo que hagas: ya no existes
y entre tinieblas vuelves a perderte.

Mi mano te tendí, y tú te aferraste
para hundirme contigo; te equivocas.
Aún con sangre en las alas, mi alma vuela
buscando las estrellas más remotas.

                                       Jana

martes, 21 de junio de 2011

para todos los que ayer pasasteis por Nacida en África y, después, fuisteis a visitar a Chesana.

Casualidad es el seudónimo que usa Dios
cuando no quiere firmar con su propio nombre.
                                                                 Anatole France






Al fin de la batalla, y muerto el combatiente,
vino hacia él un hombre y le dijo:
 «¡No mueras, te amo tanto!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle: 
« ¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» 

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando:
« ¡Tanto amor, y no poder contra la muerte!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos
con un ruego común: « ¡Quédate hermano!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon;
 les vio el cadáver; triste, emocionado;
incorporóse lentamente.
Abrazó al primer hombre;
echóse a andar…

 
César Vallejo, 10 de noviembre de 1937





domingo, 19 de junio de 2011

  Hoy voy a hacer esta entrada porque va dedicada a una chica que está pasándolo muy mal; quisiera desde aquí sólo expresarle que muchos de nosotros hemos pasado por muy malos momentos, nos han engañado, humillado, despreciado, quizá amado malamente (que también es doloroso y dañino) y a pesar de ello, hemos podido salir adelante, mirando atrás más de una vez, sí, no somos tan fuertes, pero al final ¡se sobrevive! ¡Y se vuelve a vivir! Y, ¡ay!, se vuelve a sufrir.
  Es para ti, linda, no voy a decir tu nick porque no puedo ni quiero llamarte así; todas las poesías que etiqueto con Mi primavera de desamor las escribí en la primavera de 2004, cuando el hombre con el que llevaba desde los quince años, el padre de mi hija, se enamoró de otra y... lo demás te lo he comentado ya. Afortunadamente todo fue para bien, ¡ahora me alegro tanto, tanto!, pero el dolor estuvo ahí y dejó su cicatriz.
 


  MIEDO

Tengo miedo a tu ausencia.
Tengo miedo a mis lágrimas.
Tengo miedo a morirme
cuando llegue mañana.
Me dan miedo las horas que me esperan
en mi pobre reloj, agazapadas,
y se arrastran despacio, muy despacio,
como caracolitos de esperanza.
Miedo a los días vacíos, tan vacíos,
acompañada o sola.
No es a la soledad a la que temo:
es a los pensamientos que me acosan.
Si un día lejos de ti es la tortura
que me cierra asfixiante la garganta,
¿cómo podré vivir sin ti la vida,
un día, dos, tres, cuatro, una semana?
Siento que el corazón se me desboca
y a la vez se me para.
Siento que el aire llega a mis pulmones
y los hace estallar a bocanadas.
Tengo miedo a las noches
sin tu cabeza sobre mi almohada.
Tengo miedo a esta muerte
que me persigue pero no me mata.
Tengo miedo.
Tengo celos.
Tengo pena.
Tengo rabia.
Tengo tanto dolor en todo el cuerpo
que no soy más que pensamiento y lágrimas.
Estaba llena de tu amor mi vida,
y ahora que tú te vas, todo se acaba.
Tengo miedo.
¡Tengo miedo!
¿Cómo podré sobrevivir al alba?
No podré saludar al día naciente.
No sabré amanecer sin la esperanza.
Es tanto el miedo que me da tu ausencia
que no soy más que corazón y lágrimas...
                                      Jana


viernes, 17 de junio de 2011

TRAMPA PARA QUINCEAÑERAS

Era la época en que todas las chicas teníamos un cuaderno, ese cuaderno con dibujos o pegatinas en la pasta (no había tantas monadas como hay hoy, y teníamos que currárnoslo nosotras mismas), y en él, con la mejor letra, íbamos copiando poesías que nos llegaban al alma. Poesías de amor, de amistad, de desengaño. Nos pasábamos los cuadernos y copiábamos unas a las otras los que más nos gustaban. Yo todavía tengo por ahí
el mío, un cuaderno de pastas azules con las hojas amarillentas.
Las poesías eran del tipo:

Dicen que el negro es feo
y yo creo que no es verdad,
pues los besos más bonitos
se dan en la oscuridad.

   Y yo, que no confesaba ni bajo tortura que llevaba en la sangre el virus de las letras, que escondía mi "cualidad" como si se tratara de una enfermedad vergonzante, tampoco me atrevía a hablar de mis poetas. Las chicas, y los chicos, me habían mirado ya en primaria como a un bicho raro, así que yo me esforzaba en ser como todos, nada de lecturas a mansalva y mucho menos de Bécquer, Campoamor, Neruda...
   Pero les tendía mi pequeña trampa. Y entre las poesías de mi cuaderno, yo insertaba poemas de Bécquer, como si fueran letrillas populares, y cada vez que alguna chica las iba eligiendo cuidadosamente para pasarlas a su cuaderno, me sentía como el sembrador que mezcla orquídeas entre las margaritas, en secreto, sólo por verlas florecer en su esplendor.


   Aquí están aquellas estrofas que yo insertaba, a traición, viéndolas las más adecuadas para quinceañeras románticas que no quieren saber nada de la Aburrida Gente Seria que nos hacían estudiar en los libros.


Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.




               


   Hoy la Tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol.
Hoy le he visto. Le he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!










Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella por otro.
Pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿por qué no hablé aquel día?
Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo...?





¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
me admiró tu cariño mucho más.
Porque lo que hay en mí que vale algo,
eso... ¡ni lo pudiste sospechar!




Por una mirada, un mundo.
Por una sonrisa, un cielo.
Por un beso... ¡yo no sé
qué te diera por un beso!





Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello, y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.

Y ella prosigue alegre su camino:
feliz, risueña, impávida... ¿Y por qué?:
Porque no brota sangre de la herida.
¡Porque el muerto está en pie!






Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer: cuando un amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?








Alguna vez la encuentro por el mundo,
y pasa junto a mí.
Y pasa sonriéndose, y yo digo:
¿cómo puede reír?

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
máscara del dolor.
Y entonces pienso: ¡acaso ella se ríe
como me río yo!





Podrá nublarse el sol eternamente.
Podrá secarse en un instante el mar.
Podrá romperse el eje de la Tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón.
Pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.




Es cuestión de palabras, y no obstante
ni tú ni yo jamás
después de lo pasado, convendremos
en quién la culpa está.

¡Lástima que el Amor, un diccionario
no tenga, donde hallar
cuándo el orgullo es simplemente orgullo,
y cuándo es dignidad!



  Y por último, otro que nadie copió nunca, me entristecía que no les pareciera adecuado para sus cuadernos; quizá con el paso de los años sí que les hubiera llegado mejor, porque es, ¿afortunadamente?, muy certero:

Como guarda el avaro su tesoro,
guardaba mi dolor.
Yo quería probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.

Mas hoy le llamo en vano, y oigo al tiempo
que le agotó, decir:
¡ah, barro miserable! Eternamente
no podrás ni aún sufrir.


Vino y rosas para el Poeta que más me hizo soñar
y que siempre, siempre, irá conmigo
porque lo llevo tatuado a fuego y oro en el corazón.

POR  BECQUER: ¡chin, chin!


miércoles, 15 de junio de 2011

FIRMADO: LA PERDEDORA

                              (para Anais, mi niña impaciente)

No esperaba esta llamada tuya. Después de lo que te dije, y de mandarte al infierno, no pensaba volver a saber más de ti.
Si es que ya no podía más, Carolina, entiéndelo. Son muchos años de escuchar tu repetida frasecita: “eres una perdedora, Elenita”. ¡Te pasabas treinta pueblos, día a día!
Ya desde el colegio, tú siempre la rubia guapa, la que sacaba buenas notas sin estudiar, y yo la empollona fea. Tú, la cigarra; yo, la hormiga. Cuando repartían los exámenes corregidos y yo me quedaba perpleja mirando las notas, me tirabas de la trenza y decías: “no lo pienses más, eres una perdedora. ¡Pero aquí estoy yo para brillar por las dos!”
Lo decías tan cariñosamente que no me atrevía a decirte: “Pero si has copiado de mí… ¿cómo puedes sacar mejores notas?” Porque, además, sabía el motivo: a ti te preferían tanto los profesores como los compañeros. Tú eras la adorable Carol, la chica diez.
De adolescentes todo siguió igual. Los chicos iban detrás de ti con la lengua fuera y yo te esperaba en la esquina de tu casa para que me contaras adónde habíais ido, qué habíais hecho. Te invitaban, te cortejaban, y tú te dejabas querer, estrenando mi ropa nueva y con el pelo planchado por mí.
Yo contestaba por ti las cartas de Daniel, el amor de mi vida, el que luego se casó contigo. Claro que nunca te dije que estaba enamorada de él… no por evitar que te sintieras culpable (¿tú, sentirte culpable?), sólo para no oír, otra vez, de tus labios, la frasecita que tanto me iba fastidiando ya.
Anoche, cuando te dije, con mil rodeos, que desde que os divorciasteis Daniel había empezado a buscarme, que lo íbamos a intentar… no te enfadaste. No gritaste. Sólo reíste a carcajadas, sin dejar de acariciar la cabeza de tu yorkshire enano, y me dijiste: “Ni lo sueñes, Elenita gordita… siempre serás la perdedora”.
No pude contenerme. Te grité todo lo que pensaba, solté el dolor de cada día de estos treinta años, y te mandé directa al infierno.
Por eso, cuando me llamaste, llorando, que te había atacado un gigantesco desconocido, tuve que darte la razón: soy una perdedora. Cuando volví a tu casa de madrugada y golpeé, golpeé y golpeé, creí que era tu cabeza la que machacaba.
Nunca me dijiste que metías en tu cama al pobre Boby.

                                                       Jana






martes, 14 de junio de 2011

                                         Al perderte yo a ti
 tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.

Mas de nosotros dos
 tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
                                            Ernesto Cardenal



lunes, 13 de junio de 2011



¡¡FELICIDADES A TODOS LOS ANTONIO Y ANTONIA DEL MUNDO!!

Y este vídeo de una canción que me encanta, como todas las de Amaral.
Espero que lo disfrutéis, un par de minutos de relax, ¿vale?



No quedan días de verano
para pedirte perdón,
para borrar del pasado
el daño que te hice yo.

Sin besos de despedida
y sin palabras bonitas,
porque te miro a los ojos
y no me sale la voz.

Si pienso en tí,
siento que esta vida no es justa,
Si pienso en tí y en la luz
de esa mirada tuya.

No quedan días de verano,
el viento se los llevó
y un cielo de nubes negras
cubría el último adiós.

Y fue sentir de repente tu ausencia,
como un eclipse de sol,
porque no vas a mi vera.

Si pienso en tí,
siento que esta vida no es justa,
si pienso en tí
y en la luz de esa mirada tuya.

Desde esos días de verano,
vivo en el reino de la soledad.
Y nunca vas a saber cómo me siento,
nadie va a adivinar cómo te recuerdo.

Si pienso en tí,
siento que esta vida no es justa,
si pienso en tí y esa mirada tuya. 




sábado, 11 de junio de 2011

DESDE ABAJO, MIRANDO A LAS ESTRELLAS

Podré estar en el arroyo,
pero miro a las estrellas.
                    Oscar Wilde





PUDO SER…
Te hubiera amado con locura, ¿sabes?
Hubiera sido lo que tú anhelabas.
Te hubiera dado todo cuanto soy.
Te hubiera dado, amor, mi vida y mi alma.

Me amaste sin saberlo; me buscaste.
Fui tuya en sueños, ¿puedes hoy negarlo?
Después… la tempestad nos envolvió
y a escondidas del mundo, nos amamos.

Todo nos llegó tarde, aunque llegase.
Primero una sonrisa, una mirada…
Poco a poco, tus ojos en mis ojos
se hundían, azul y negro, nos turbaban.

Mas es tarde, lo sé. No me lo digas.
Tu corazón herido está de muerte.
Mi corazón, aún roto, guarda un hueco,
pero tú no entrarás: te alejas siempre.

Seguirás con tus noches de locura.
Nos veremos; vendrás a mí, lo sabes.
Me contarás tus penas y alegrías
y yo… te escucharé, qué duda cabe.

Y tú no pensarás en lo que fuimos.
Quizá un momento sí: cuando, al rozarme,
el olor de mi piel y mis cabellos
te recuerden que ayer fuimos amantes.

Yo no podré olvidarlo nunca, nunca.
Mis ojos brillarán, reirán mis labios…
Mi cuerpo temblará cuando me toques.
Tú no lo notarás; sabré ocultarlo…

Yo juraba que más no lloraría.
Yo creía que sólo eras mi amigo.
Qué tonto el corazón, cómo se entrega
y vuelve, siempre a mí, de amor herido…
                             Jana


jueves, 9 de junio de 2011

Leí esta estrofa hace años, en un libro de Ágatha Christie (la adoro); no mencionaba al autor y no he podido encontrarlo, pero en este extraño mundo en el que nos movemos me siento así, y hoy me ha venido a la cabeza, como a veces nos vienen esas cosas, sin un por qué, y me apresuro a compartirla con todos los "navegantes" que se sientan también identificados.


Barcos que se cruzan en la noche
y hablan entre sí al pasar...
Solamente una voz lejana
y una luz distante
en la oscuridad...


domingo, 5 de junio de 2011


LA SOLEDAD SONORA

Pájaro errante y lírico, que en esta floreciente
soledad de domingo, vagas por mis jardines,
del árbol a la hierba, de la hierba a la fuente
llena de hojas de oro y caídos jazmines...

¿Qué es lo que tu voz débil dice al sol de la tarde
que sueña dulcemente en la cristalería?
¿Eres, como yo, triste, solitario y cobarde,
hermano del silencio y la melancolía?

¿Tienes una ilusión que cantar al olvido?
¿Una nostalgia eterna que mandar al ocaso?
¿Un corazón sin nadie, tembloroso, vestido
de hojas secas, de oro, de jazmín y de raso?

Juan Ramón Jiménez


   En esta "soledad de domingo" me ha hechizado este poema de Juan Ramón que, lo confieso, no conocía. Cogí un libro suyo al azar, empecé a leer... ya volveré con algunas otras poesías suyas, porque las hay que te hacen sentir tan, tan identificado.
   Y, como cada domingo, estoy triste pero esta vez me siento acompañada y así la tristeza es más dulce, más llevadera.
  He tenido una semana extraña, he atisbado un poco entre mi niebla y me he atrevido a entrar y dejar mis pensamientos en algunos de vuestros blogs, y me habéis respondido, y me he sentido muy, muy ilusionada, a pesar de que a veces me da miedo de todo y echaría de nuevo a correr para arroparme en esa niebla que lo desdibuja todo y que por eso me gusta.
  ¿Sabéis...? También Niebla es un pueblo, en el que yo me crié, un pueblecito de Huelva que tiene más magia para mí que Hogwart, pero otro día os hablaré de mi Niebla con mayúsculas, cuando mi corazón pueda soportar esa nostalgia de la infancia que me come.
   Niebla pueblo, niebla brumosa... las dos son lo mismo: un sueño para soñar, un refugio.


   
Ésta es Niebla cuando el sol se oculta tras sus murallas dormidas...
No podéis imaginar cuánto amo a este pueblo,
lo que siento por Niebla y por el río Tinto,
donde quedaron mis sueños de niña
y el fantasma de la que fui, los que fuimos, sigue vagando 
envuelto en una cálida capa de la felicidad inocente que nunca volverá.


viernes, 3 de junio de 2011





CULTIVO UNA ROSA BLANCA

Cultivo una rosa blanca
en julio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
 
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
cultivo una rosa blanca...

José Martí, el Apóstol de la República de Cuba






jueves, 2 de junio de 2011

MI PRIMAVERA DE DESAMOR

  Llevo todo el día leyendo blogs ajenos y me pregunto: ¿para qué hacer uno propio si nunca sabré decir ni la centésima parte de lo que decís vosotros? No es menospreciarme: puedo escribir ficción medianamente pasable, pero expresar lo que siento, lo que pienso, la indignación, la ternura, el "flash", eso no sé hacerlo. Y sin embargo seguiré este blog, lo mismo que de jovencita escribía un diario, porque sí, porque me gusta, porque me desahogo, porque si yo no puedo decirlo, otros lo han dicho por mí, en verso o en música, y yo puedo ponerlo aquí y compartirlo con las ondas estas tan raras que llevan nuestras palabras por el mundo.
   Hoy he descubierto blogs llenos de ideas hermosas, ideas que comparto -algunas- y que yo no sabría decir pero que me hacen suspirar y seguir leyendo, y más, y más, y estoy saturada pero deseando que pase la noche para volver a leer, y eso que tengo que pintar puertas y habitaciones porque pronto vendrá mi hijastro a pasar unos días y queremos que encuentre la casa bonita, a pesar de las goteras, los perros, el gato, las gallinas, las moscas, las avispas... ¡UF!
  Y por poner algo mío, ahí va otro de los poemas de Mi Primavera de Desamor, cuando ya no quise cerrar más tiempo los ojos y me planté.



VETE

Nunca más ya te soñarán mis labios.
Nunca más ya te añorará mi piel.
Nunca más ya mi corazón desnudo
latirá por tu ausencia alguna vez.

Se acabó mi dolor, aunque aún me duela.
Se acabó la ternura del recuerdo.
No puedo sentir odio; siento pena
y, aunque no quiera, un poco de desprecio.

Tu traición ha matado ya el aroma
de la flor fresca que latió en mi pecho.
Ahora veo que era todo cobardía:
me engañaban tus ojos y tus besos.

Me mentías a mí; también a ella.
Eres libre, pues yo no te retengo.
Puedes irte, y te pido que te vayas:
que ella te acoja en su maternal seno.

Eres libre para irte. Vete ahora.
Para quedarte junto a mí, ya no.
No creo ya en tus ojos ni en tus manos.
No quiero más mentiras ni traición.

No existe en ningún sitio el hombre aquel
al que yo amara hasta morir de amor.
Ese hombre se escapó de entre mis dedos
y ahora comprendo que es que no existió.

Fue tu amor un invento de mi mente.
¡Qué amarga es la certeza de saberlo!
Te di mi juventud y mi dulzura
y tú sólo me diste un triste eco.

No te culpo, ya no; si estás vacío
busca quién pueda rellenar tus huecos.
Yo ya estoy agotada. Necesito
algo que tú no sabes dar ni en sueños.

Vete, pues. Si consigues olvidarme
es porque el hombre que yo amé no existe.
Si hubieses sido "él", sólo un instante,
jamás, jamás, jamás podrías irte.

Primavera 2004             Jana


Contacto

Ana Vega Burgos
anavegaburgos,@hotmail.com