Y no llegaste a verla publicada... ¡qué dolor siento cada vez que pienso en eso! Me lo decías: "me voy a morir sin verla". Y yo: "que no, papá, que me han mandado ya hasta la portada para que la apruebe...". Pero tuviste razón. Es más: ¡cuántas veces he pensado si no fuiste tú, desde esa otra orilla, el que hizo que por fin las cosas avanzaran aprisa para que mi sueño de ver publicada mi novelita se cumpliera! Porque no había pasado un mes de tu muerte cuando me llamó Eladio Osuna para decirme que ya, seguro, saldría en Navidad. ¡Y así fue: el día antes de Nochebuena la tuve en mis manos! Y yo pensaba -y pienso-: ¿habrá sido el regalo de Navidad de mi papi? Y Anais también lo pensaba. Y ¿por qué no? ¡Si tú lo conseguías todo, si tú tenías fe siempre en los milagros! ¡Si, cuando yo era chica, me asegurabas que era íntimo amigo de Melchor, y todavía lo creo!
Hoy, papaíto, mi papi, te siento cerca de mí. A veces una lágrima humedece mis ojos, pero no es tristeza, no te preocupes. Sé que estáis juntos, que es lo que tú querías; lo que pasa es que os añoro mucho. Espero que en el cielo, en esa orilla en la que estáis, haya lugares en los que reunirse tranquilamente, en torno a una mesa, con una copita de tu vino preferido, o tal vez alguna tarea que hacer, como doblar calcetines o pelar guisantes, algo que nos mantenga las manos ocupadas y la lengua suelta, para charlar los tres, y reír, y contarnos cosillas del día a día, o recordar anécdotas. Ay, espero que volvamos a tener nuestras tertulias que entonces parecían cosa corriente, que no apreciábamos (¿o sí?) en lo que valían.
Voy a seguir pensando en ti, en vosotros, sin extenderme más en este blog. Podría escribir eternamente pero quizá sea mejor parar ya, y buscar alguna imagen que poner, y un poema tuyo para mí, papá, de esos que siempre me hacían llorar y no quería leerlo, y lo leía al final porque me encantaba, y lloraba, y...
Va por ti, papi.
EL MINUTO PERDIDO
Desde la cumbre remota del pasado
-(cuando sus ojos de todo se asombraban)-,
cuando la luz y la sombra todavía
eran un extraño enigma para su alma,
he venido recorriendo un camino
hecho de recios peldaños de añoranzas.
He cortado de los árboles del recuerdo
-(¡ay, aquellos viejos árboles, ya sin ramas,
que casi no tienen troncos ya, ni sombras
para el menguado cobijo de mi charla!)-
he cortado un ramillete de ilusiones
para hundirlo poco a poco en la Nada.
He cogido entre mis manos un minuto
-(uno de aquellos minutos de su infancia,
donde el cándido poema de la risa
era sueño y emoción en el alma)-
y entre mis manos se queda, melancólico
y triste, como una cosa olvidada...
¡Ay, aquel viejo minuto que se pierde!
¡Aquellas inolvidables madrugadas
en que sus brujos ojitos nos decían
(graves, callandito y casi sin palabras):
-"¿Me dejáis que me acueste con vosotros...?"-
tendiéndonos sus bracitos de albahaca...!
¡Aquel minuto flotando para siempre
en horas de renuncias y añoranzas!
Cuando eran nuestras sus risas. ¡Siempre nuestras
sus diabluras, sus gracias! ¡Sus miradas...!
Cuando todo su mundo era nuestro mundo.
¡Nosotros! ¡Nuestras caricias! ¡Y la casa...!
¡Aquel minuto flotando para siempre
-ay, rosa, la bella rosa más rosada-
quién pudiera eternamente retenerla
entre mis antiguas manos desoladas...!
Y sentirla siempre niña. Aunque "niña"...
¡mi niña...! ¡lo será siempre para mi alma!
Cristóbal Vega Álvarez
Y, ya que de lágrimas está la mañana, ahora voy a transcribir otro de tus poemas que me hicieron llorar desde que lo leí por primera vez, cuando tenía diez años y salió tu libro Por las riberas del Tinto. Y conste que era para llorar, y que cualquier hija que leyera algo así escrito por su padre lloraría y se permitiría reprocharle, gritarle: ¿cómo puedes decir eso, papá?
Ay, estos poetas...
...AL CORRER DE LOS AÑOS
Cuando el Amor despierte en tu alma, amor;
cuando luzcan en ti las primaveras;
cuando abran las magnolias tempraneras
sus corolas de aroma seductor...
Cuando adquieran un tono soñador
tus ojos de miradas placenteras,
y se pierda en lejanas sementeras
el dulce lirio azul de tu candor...
Cuando no valgan ya estos besos míos
ni nada signifiquen mis ternuras
para tu corazón lleno de bríos...
Guárdame, niña, un ramo de dulzuras
para el triste amargor de mis hastíos
a cambio de estos años de venturas...
Cristóbal Vega Álvarez
Cuando el Amor despierte en tu alma, amor;
cuando luzcan en ti las primaveras;
cuando abran las magnolias tempraneras
sus corolas de aroma seductor...
Cuando adquieran un tono soñador
tus ojos de miradas placenteras,
y se pierda en lejanas sementeras
el dulce lirio azul de tu candor...
Cuando no valgan ya estos besos míos
ni nada signifiquen mis ternuras
para tu corazón lleno de bríos...
Guárdame, niña, un ramo de dulzuras
para el triste amargor de mis hastíos
a cambio de estos años de venturas...
Cristóbal Vega Álvarez
Sí, repito: ¿cómo pudiste decir eso, papá?
Y ahora voy a poner lo que escribí para ti, cuando te fuiste, aunque lo he puesto ya en tu blog "el poeta de la paz", pero aquél es aquél y éste es éste. Y me apetece copiarlo otra vez.
Y ahora voy a poner lo que escribí para ti, cuando te fuiste, aunque lo he puesto ya en tu blog "el poeta de la paz", pero aquél es aquél y éste es éste. Y me apetece copiarlo otra vez.
A MI PADRE
Porque quisiste hallar la blanca estrella
donde habitaba tu perdida amada.
Porque en tus noches perseguías su huella
y al despertar la sombra te cercaba.
Porque en tu soledad sólo anhelabas
continuar el diálogo cerrado.
Porque era su cabeza en tu almohada
un sueño, tan remoto, tan soñado.
Porque tu alma no era ya tu alma;
porque ella te llamaba, la seguidte.
Porque de lejos, del azul del alba
cortaba rosas para ti, te fuiste.
Volaste hasta alcanzar su mano blanca
por cantarle tu verso, hermoso y triste.
Ana Vega Burgos